«¡Vamos, date prisa!», me apremia ella con la voz todavía jadeante. Me tiro de la cama, hago un gurruño con la ropa, busco el zapato que falta y corro hacia el armario.
Microrrelatos
Puntual a su cita, ha entrado sin llamar, con la alegría de quien vuelve a casa por Navidad un 20 de mayo cualquiera. Nos abrazamos como si hiciera siglos que no nos vemos.
Ahora ya puedo decir eso de que «he venido aquí a hablar de mi libro». Salió publicado el pasado 23 de abril, el Día del Libro, ¡qué mejor fecha que esa!, y ha tenido un padrino de excepción: Antonio Tocornal. Los que ya lo han degustado dicen de él: […]
Se puso en marcha al amanecer. Como único equipaje, una caja de herramientas. En la garganta extrajo las palabras que se le habían quedado atravesadas.
Estamos viendo un programa donde salen muchas mujeres; están en la calle,
Nunca me arrepentiré lo suficiente de lo que le hicimos al pobre Ernesto. En aquella época teníamos tan solo ocho años, aunque suene a ridícula excusa, y su madre hacía las lentejas más deliciosas del mundo,
Recuerdo perfectamente el día que nos marchamos. Aún no había amanecido, lloviznaba y el motor del coche protestaba pasado de revoluciones.