Hoy está muy guapa con ese vestido nuevo, pero hay algo en su mirada vacía, algo roto. Sus manos tiemblan mientras nos baña, nos viste, nos peina.
La habitación, oscura y asfixiante, parece más pequeña. La puerta se abre. «Es la hora», dice una voz desde el quicio. Nosotras caemos al suelo, inertes. Con los ojos cerrados, escuchamos las notas difusas de la marcha nupcial. Tenemos frío. Queremos que la niña vuelva.
Finalista en el XI Certamen de microrrelatos «Javier Tomeo» .Publicado en la revista Compromiso y cultura
11 ideas sobre “MUÑECAS”
¡Espectacular! Aún estoy estremecida. Bravo👏🏼👏🏼👏🏼
Estremece, sí. Y, sin embargo, siguen apareciendo estas noticias en los telediarios.
Me alegra compartir páginas contigo, ya lo sabes, pero te lo repito. 🧡
Una niña que se ha hecho mujer en un suspiro o que asiste a una ceremonia nupcial y le atrae más que sus muñecas, no sé con qué interpretación quedarme…
Saludos y ¡FELIZ 2025!
Tus interpretaciones son muy amables, Marcos Manuel; aún caben otras más trágicas. Todas son igual de válidas. Es lo bueno de las historias, que cambian y se enriquecen con cada lector.
Gracias por tu lectura. Y que en el 2025 no nos falten buenas historias que contar.
Un saludo.
Esta vez me voy a inclinar por el lado oscuro ya que estas inocentes cuatro líneas, a mí me sugieren una denuncia por las mujeres –muchas veces niñas– obligadas a casarse contra su voluntad. Una práctica que tristemente todavía sigue presente en algunas culturas en pleno siglo XXI, justificado como una tradición o una manera de preservar valores y estructuras sociales.
Unos matrimonios incluso a veces vinculados con a la explotación sexual que, como mínimo, colocan a las mujeres en una posición subordinada, donde su valor se mide en función de su capacidad para servir al hogar o cumplir con expectativas reproductivas.
Evidentemente, en mi opinión, por mucho que se traten de justificarlo como tradición, si no hay consentimiento dejan de ser una tradición cultural respetable, para simplemente convertirse en una forma de control, privación de derechos y opresión.
Hay que ver que arte tienes para provocar tanto sentimiento con sólo cuatro líneas.
Un beso.
Pues poco puedo añadir. Este micro lo escribí hace unos meses y poco después salió una noticia en televisión sobre una familia detenida por intentar casar a su hija con un hombre que le triplicaba la edad. No es lo mismo escribir ficción a secas que tener que añadir eso de «esta historia está basada en hechos reales». Es inenarrable que esto siga ocurriendo escudándose en tradiciones culturales, como dices tú.
Con lo listos que somos para algunas cosas, cuánto nos cuesta evolucionar en otras.
No soy tan ingenua como para creer que con cuatro líneas se puede cambiar el mundo, pero sí un metro cuadrado a nuestro alrededor. Y oye, tacita a tacita…
Un beso, Javier.
Gran relato, Margarita. Duro, hay que decirlo, pero perfectamente encajado en apenas cinco líneas que dejan muy clara la historia de esa infancia e inocencia interrumpida por la vida, que casi siempre decepciona.
Un saludo y feliz año.
«Que casi siempre decepciona». Ufff. Duro. Y en solo media línea.
Iba a decirte que no estoy de acuerdo, pero quién soy yo (y mis circunstancias) para decir algo así.
Afortunada, me siento muy afortunada; es todo lo que puedo decir que tenga un poco de sentido.
Gracias por «noquearme».
Un saludo y feliz Año Nuevo, Alfonso.
Oh…Pobres muñecas. O quizás se las pueda llevar a su nueva casa.
Y por otro lado ¿qué edad tenía la novia para jugar con muñecas? De ampanga el caso, que no dudo tenga antecedentes en la vida real.
La edad de jugar con muñecas, me temo. Aunque es mucho más amable tu primera lectura.
A ti no te gustaba jugar con muñecas de «ojazos fijos y azombiados». ¡Cuánto he disfrutado la última entrada de tu blog! Esas historias con los botones… Magia en estado puro.