Odio la Navidad. Y a mi madre. Sí, a mi madre también. Y es que se empeña en que sea feliz todo el rato, incluso cuando estoy resfriada. Me repite machacona que tengo que ser buena, o al menos parecerlo. Llegar a algo en la vida,
Historias mayúsculas
Harta. Estaba harta de que me estrujasen como a una uva pasa, de sus exigencias sin descanso, de correr a todas horas. Estaba a un tris de llegar a ese punto en que uno empieza a quebrarse, ¿sabes cómo te digo?
Don Julián era un hombre flaco como un lápiz y tan alto que parecía que podía tocar la luna con tan solo ponerse de puntillas y alzar el brazo lo que le obligaba a andar desgarbado ya que tenía que hacer auténticos esfuerzos para mantener el equilibrio.
El día que cumplí quince años, estábamos confinados todavía y hacía escasas semanas que mi abuela había muerto sola en el hospital por lo que no lo celebramos. Pero mis padres me regalaron una cama nueva, de esas con canapé, ideal para guardar cualquier cosa sólida y, a ser posible […]
Te echo de menos. Sí, también hoy. Ya sé que es cuestión de tiempo, pero a veces el tiempo es demasiado largo y mi paciencia es cada vez más corta. Esta mañana he recordado aquella tarde en la que te caíste del columpio.
La tormenta fue tan brutal como inesperada. Si en esa época hubieran existido los pluviómetros y las televisiones, en el informativo del mediodía habrían dicho que cayeron más de sesenta litros por metro cuadrado en menos de diez minutos. Y por si eso no hubiera sido suficiente,
Hoy hace justo una semana que instauraron unas prácticas nuevas en la facultad y han tenido tanto éxito que ya no queda ni una sola plaza para este cuatrimestre. ¿Qué en qué consisten? Pues en visitar la mente de los demás. Pero no realizando test o terapias, no: visitas, visitas.