Odio la Navidad. Y a mi madre. Sí, a mi madre también. Y es que se empeña en que sea feliz todo el rato, incluso cuando estoy resfriada. Me repite machacona que tengo que ser buena, o al menos parecerlo. Llegar a algo en la vida,
Zenda
Harta. Estaba harta de que me estrujasen como a una uva pasa, de sus exigencias sin descanso, de correr a todas horas. Estaba a un tris de llegar a ese punto en que uno empieza a quebrarse, ¿sabes cómo te digo?
Una vez más he confirmado que a la gente le encanta hablar, aunque no tenga ni idea de lo que dice, porque el viaje no ha sido ni rápido ni placentero ni nada parecido. En el famoso túnel estuve varias horas atrapado en un atasco, y es que, como pude […]
La primera vez que la vi yo aún tenía que ponerme de puntillas frente al espejo para peinarme el flequillo. Su mirada traviesa y descarada me congeló el corazón
Acudí a la comisaria nada más recibir su llamada con la perplejidad todavía colgada de mi rostro. Nos conocemos desde que me alcanza la memoria
—Por favor, por favoorrr —grita alargando la última sílaba y los brazos para intentar retenerme. Y su voz suena con el dramatismo de una novela de Dostoyevski.