Al pequeño Daniel no le gusta la Navidad. Si acaso las luces del árbol cuando parpadean, el turrón de chocolate y no tener que madrugar para ir al colegio. Bueno, y Papá Noel. Ese gordo patético de risa pedante y ropa estrafalaria que le deja un montón de regalos no le cae tan mal.
Desde hace un par de años también disfruta con los petardos que tira en Nochevieja inmediatamente después de las campanadas. Se estremece de risa con el llanto de los bebés y los ladridos de los perros.
Por más que sus padres se esfuerzan en poner villancicos, en sacarle a pasear por las bulliciosas calles iluminadas o en comprarle almendras garrapiñadas, algodón de azúcar y refrescos de todos los sabores, la Navidad sigue sin gustarle.
Aunque en realidad lo que le pasa es que tiene miedo, muchísimo, pero no lo reconocerá jamás.
A los Reyes Magos les escribe en cuanto termina el verano para asegurarse de que la carta llega a tiempo y se lo deja muy claro: si no quieren que les pase lo mismo que a su hermano, que no se les ocurra aparecer por allí. El único rey de la casa es él.
Finalista en el IX Certamen de microrrelatos «Javier Tomeo» de temática social. Asociación Literaria y Artística Poiesis .
Publicado en la revista Compromiso y Cultura.
15 ideas sobre “MIEDO”
A mí también me da miedo, madre mía, qué susto final. Muy bueno. Veo que también te gusta el Javier Tomeo🥰Un abrazo fuerte, Margarita.
La Navidad no le gusta a todo el mundo, y por muy distintas razones, solo hace falta pararse a escuchar lo que la gente no dice para averiguarlo.
Y sí, me gusta este concurso que, por cierto, conocí gracias a ti. Siempre aprendo contigo.
Un abrazo, Aurora
Buenos días, Margarita.
¡Un cuento navideño de terror!
Menudo elemento el chavalito. Este va para mafioso de chaqué o dictador de finos bigotes.
Difícil trabajo para Papanoé. Que en lugar de un reno se lleve un pastor alemán.
Siempre queda la duda si el Villano nace o se hace. Pero este muchachete parece venir ya con los genes hegemónicos.
Buen relato, Felicidades. Me puso los pelos de punta.
Un Abrazo.
Ja, ja, ja, Jose Antonio, contigo no hay terror que valga. Tú llevas el humor en los genes con la misma naturalidad que otros llevan la mala sombra o el deseo de fastidiar siempre a punto. Tendría que ser contagioso, el humor, claro, y transmitirse por el aire; y al que se niegue a respirar, inoculárselo con una vacuna. Ojalá.
Gracias, muchas gracias por todas las sonrisas que despiertas por mucho sueño que tengan.
Un abrazo grande
Menudos final, Margarita. Es buenísimo. Muchas felicidades.
Besicos muchos.
Por suerte existen los finales. Para sorprender. Y para que algunas cosas terminen de una vez.
Un beso grande, Nani, y un millón de gracias.
Últimamente nos estás regalando con unos finales que, además de sorprender, nos hielan la sangre. No sé si empezar a preocuparme jajaja.
Bromas aparte, lo que más me ha gustado del relato de esta especie de Chucky navideño, es lo bien que refleja el miedo. El miedo a perder esa situación en la que uno ocupa un lugar en el que se siente a gusto y querido, en definitiva el miedo a perder un lugar privilegiado.
Un tema de plena actualidad, en el que desgraciadamente estamos siendo testigos de cómo, hoy, alguien que padece el miedo y frustración de poder perder su posición en la élite dominante, está dejándose llevar por una deriva autoritaria, en la que está dispuesto a todo para su renovación. Incluso dispuesto a realizar todo tipo de prácticas abusivas aliándose con delincuentes o ensuciando a los competidores que se ponen por delante, con tal de no perder los privilegios que, evidentemente, le otorga el poder.
Genial como siempre. Enhorabuena.
Un beso
Te confieso que yo también estoy asustada con las historias que escribo últimamente, no solo por la capacidad de mejora que tienen, sin duda, si no por esos finales trágicos que me salen sin pensar. Y ese es el problema, uno de ellos al menos, que no pienso. Y no pensar, mientras se quede en el mundo de la ficción encerrado entre líneas y apresado por los márgenes de una página, pues bueno, no iría más allá del aburrimiento del lector, pero no queda ahí la cosa, no. Voy a tener que «terapiarme». Y el mundo, y los que lo habitan, conmigo. No nos vendría mal. Creo. Porque cambiarle el final a la realidad…, eso sí es complicado por no decir imposible.
Y mientras llega el día de no retorno, sigamos celebrando años.
Un beso
Estás totalmente en «noir». Muy bueno
Cierto, Juan Carlos. Voy a tener que hacérmelo mirar. O teñirme de rubia, a ver si así…
Jaja. Buena idea 💡
Ese cuento necesita una segunda parte. O mas bien un preludio
O quizá ambas. Ese niño promete. Y los padres tienen su historia también.
Muchas gracias, Pocalma
Necesito leer eso
Intentaré escribirlo.