Cae la noche. Con el frío que hace ni siquiera las estrellas se atreven a salir. En la habitación de un cuarto piso sin ascensor intenta quedarse dormida una mujer que trabaja de camarera en un bar donde esa misma tarde ha servido un café negro a un joven con tantas pecas que apenas se le ve la cara. No puede dejar de pensar en él. Siente un agradable cosquilleo en el estómago y eso la lleva a dar muchas vueltas en la cama, demasiadas, antes de poder conciliar el sueño. Un sueño que enseguida deviene en pesadilla. Alguien la persigue con un cuchillo de unas dimensiones tales que podríamos usar su hoja como espejo. Corre. Corre cada vez más deprisa y, sin embargo, no consigue alejarse de él. Al día siguiente no va a trabajar. Ni al otro. La encuentran tendida en su cama, entre las sábanas revueltas que antes estaban llenas de flores, con los ojos cegados por el pánico. En las noticias dirán que tiene el cuerpo cosido a cuchilladas. No hay sospechosos. Impactados por la cruel agresión, no nos fijaremos en el joven cubierto de pecas que entra en un bar y pide un café bien cargado mientras sonríe a la camarera, una camarera que esta noche soñará con él.
Finalista de Noviembre en la XII edición del Concurso de Microrrelatos “Microconcurso La Microbiblioteca”
19 ideas sobre “PESADILLA”
Jopeee Margarita. Qué relatazo!! Menudo final. Felicidades.
Te deseo una felices fiestas que 2023, te llene de bonitas letras y todo lo que más desees.
Besicos muchos.
¡Un final de auténtica pesadilla!
Feliz Navidad para ti también, Nani. Que sigamos compartiendo historias.
Un beso grande.
Ufff escalofriante!
Siento el escalofrío, Hanna, y al mismo tiempo, me alegro.
¡Gracias!
Veo que todavía no te has “terapiado” y sigues transitando por el lado oscuro.
Un relato demoledor y, tristemente, de rabiosa actualidad. Como me decías, ojalá estos hechos quedaran encerrados y apresados por los márgenes de una página en el mundo de la ficción, pero desgraciadamente, cada vez con más frecuencia, vemos como saltan al mundo real.
En fin, quizá algún día se logre parar toda esta violencia sin sentido.
Un beso
Jo, no tengo tiempo para «terapiarme», Javier, ni para llamar por teléfono, y la cosa está que arde: estoy entrando en combustión a velocidad de vértigo. A ver si llego a tiempo antes de convertirme en cenizas y que se las lleve el viento.
Mientras tanto, estrecharemos los márgenes y los reforzaremos con palabras bonitas, como serendipia y colibrí, por ejemplo, para impedir que las malas historias campen a sus anchas. Y música, pondremos música. Quizá así…
Un beso
Buenos días, Margarita.
Te estás acostumbrando últimamente a darnos unos grandísimos sustos.
Ahora, como me acerco yo al chavea que está en la caja de mi supermercado. ¡¡¡Es un pecoso pelirrojo!!! Bueno, al menos yo no soy camarera, aunque con un delantal estoy muy resultón. 😝😍
Además, me encanta soñar con historias terroríficas, como las tuyas.
Enhorabuena por el relato.
Un Abrazo, Felices Fiestas y que sean un precedente maravilloso para el excelente 2023 que te espera. ❤️😉👍🏼🥂🍻
Buenas tardes, Jose Antonio.
Tienes toda la razón en eso de los sustos y, aunque no lo creas, empiezo a preocuparme. Como le he dicho ya a Javier, ha llegado el momento de «terapiarme», lo malo es que no encuentro el momento. Ni las ganas. Las ganas, tampoco. Quizá de ahí vienen estos lodos sanguinolentos. Mientras se queden en las páginas, vale, aunque solo sea un poco; lo malo es como me dé por experimentar. Por suerte, una vez más me haces reír con tu delantal y ese humor que desprendes y ya me encuentro mejor. Mucho mejor. Así que gracias. Mil gracias por esa chavea que tienes tan llena de recursos y que no dudas en compartir.
Un abrazo y Felices Fiestas para ti también. Que sigamos brindando, tú desde el sur y yo desde el norte al lado del sur 🥂🍻✨🧡
Un relato que logra meter al lector en esa pesadilla envuelta en realidad. Quedaría «de miedo» en un corto.
Encantada de por una vez, estar a tu lado.
A por el premio gordo, que tu puedes.
¡Qué alegría recibir tu visita, Yolanda!
Sin duda, una ilusión añadida a la selección en la Microbiblioteca es estar al lado de grandes microrrelatistas como tú.
Anímate con el corto; yo en esas lides no tengo nada que hacer, ni siquiera en la imaginación.
Seguimos en esta bendita aventura. Hasta donde lleguemos. Siempre aprendiendo.
Enhorabuena !!
Duro y real .
Un beso.
A veces es mejor dormir, sin empeñarse tanto en soñar. Es triste, pero…
¡Gracias, Eva! 🥰
Desde luego que tus microrrelatos son siempre dardos certeros en la diana. En este caso, afiladísimo directo a la descarnada realidad de tantas mujeres víctimas. Por más que me vengan a la cabeza, por esas conexiones que no puedo evitar, películas como las protagonizadas por el diabólico Freddy Krueger; peor todavía que los horrores de esta saga, son los crímenes auténticos que perpetran tantos sigilosos (o no) tipos de negros cafés… Mejor que todas las historias fueran de ficción como la tuya. ¡Felicidades por ella!
Echaba de menos tus sabias y didácticas palabras, Ana, y esas conexiones que, por suerte, no puedes evitar (algo pasó con un cambio de cuenta y perdí todos los blogs que seguía).
Me siento afortunada de poder escribir sobre lo que me aterra, me avergüenza, me sorprende,… A parte de ser un proceso catártico, es una buena forma de denunciar. Y si además a alguien le surge un interrogante, por pequeño que sea, pues un granito de arena más a sumar. Hasta que consigamos la playa.
¡Mil gracias por volver!
Un abrazo
Vaya final!! Un final de historias para no dormir. Que más vale no dormir para no tener esas pesadillas, jolín!
Que tenso el relato, no podía acabar bien conociéndote, pero siempre sorprendes.
Feliz Navidad y que tus sueños solo y siempre sean maravillosos.
Un besazo
Me alegra que me conozcas tan bien, Aurora. Y espero y deseo que nuestra historia no tengamos que soñarla. Y que sigamos sorprendiéndonos.
Feliz Navidad también para vosotros.
¡Un beso grande para toda la familia!
EStupendo Margarita, me has puesto directamente en ese sueño paralizante en el que intentas moverte pero no puedes…
Es curioso que, cuando no puedes moverte en los sueños, te levantas peor que si hubieras corrido una maratón. Apasionante el mundo este del dormir.
Horrible, yo sufro mucho ésos sueños de bloqueo muscular