El pronunciamiento del juez fue claro: debía abandonar mi casa. Se la había donado a mis hijos para evitarles trámites burocráticos y decidieron venderla conmigo dentro. ¡A quién se le ocurre, doña Paca!, me dijo al terminar el juicio. Nos conocíamos del barrio. Yo regentaba un quiosco y le había fiado muchos chicles de fresa ácida cuando no era más que un crío escuchimizado de rodillas puntiagudas. Él me ayudó a inscribir telemáticamente mi solicitud para entrar en este asilo. Me atrajo que estuviera junto a un desguace, siempre me han gustado las metáforas. Y acerté. Al principio mi estado de ánimo era lluvioso, no voy a mentir, tenía el corazón empapado de tanto llorar para dentro. Pero luego llegó Encarna. Cada tarde me regala una flor que, cuando nadie mira, arranca del jardín. Hemos decidido empezar a vivir juntas. En una habitación doble donde no se pone el sol.
Finalista de mayo en el XIV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
Palabras del mes: asilo, flor, inscribir, lluvioso, pronunciamiento
10 ideas sobre “EMPEZAR A VIVIR”
Genial y conmovedor relato. Gracias!
Muchas gracias a ti por leer y comentar, Jorge 😊
Pa’ llorar.
Pues sí. Aunque parece que doña Paca ha decidido que ya no llora más. Ojalá.
Qué bonito Margarita. No me extraña que llegues a donde te propones. Eres muy buena!!
Besicos muchos.
No te creas, Nani, a veces me quedo a mitad de camino, pero sigo intentándolo, y tus palabras me ayudan a ello.
Un beso grande
Muy bueno y muy emotivo Margarita. Hay un dicho popular que sostiene que se conoce a la pareja en el divorcio, a los amigos en las dificultades, a los hermanos en las herencias, y a los hijos en la vejez. Afortunadamente, los desguaces ya no son cementerios de coches, donde se acumulaba chatarra sin ton ni son. Hace tiempo que casi son más un centro de reciclaje, para darles una nueva vida útil a la mayoría de sus componentes, al igual que le ha ocurrido a nuestra protagonista, que ha podido empezar una nueva vida plena con la familia que se escoge (los amigos). A pesar de lo duro que es dar el paso para meterse (o que te metan) en una residencia, como le ocurre a nuestra protagonista, siempre existirá la esperanza de encontrar una habitación en la que no se ponga el sol (me ha encantado esto) y compartir mismos problemas e inquietudes con una buena amiga.
En fin, lo dicho, enhorabuena porque te ha salido un relato redondo y conmovedor.
Un beso
Me apunto ese dicho popular, ¡muy bueno! Qué razón tiene en eso de que en los malos momentos es cuando conoces a la gente. Pero no todo es «malo en lo malo» porque también te suele sorprender alguien en quien no habías reparado que te agarra de la mano o te regala una flor y, aunque te sigue doliendo el alma (o el dedo del pie), se hace más llevadero.
Que no nos falten (los dolores no, los «alguien»). Y que no se nos olvide tampoco compartir las alegrías y celebrarlas: San Queremos es un buen día para ello.
Gracias, Javier. Por todo. Por tanto.
Un beso
Qué bonito , Margarita.
Relato duro y triste, pero dentro de esa dureza aún hay esperanza de buenas personas . Que siempre tengamos una mano amiga , una flor y una habitación con sol .
Enhorabuena !!
Aprender a no tirar la toalla, a no desfallecer (aunque no sé si eso se aprende), porque al final aparece una mano que nos ayuda a mantener el equilibrio. Supongo que eso es la esperanza.
¡Gracias, Eva!