LA ÚLTIMA NOCHE

Cuando termino de comer las uvas al ritmo de las doce campanadas, la multitud concentrada en la Puerta del Sol estalla de júbilo: abrazos, brindis, matasuegras, gorritos, confeti, petardos, cánticos, desafinos, más brindis, buenos deseos y mejores intenciones. Todo parece perfecto. Y nuevo. Y la alegría traspasa los televisores y contagia los hogares. O al revés. Hasta que algunos, los más impacientes, empiezan a silbar. Primero tímidamente. Después, como si de un virus invisible y letal de una película de ciencia ficción se tratase, comienza a extenderse por todas partes un murmullo de quejas que no tarda en convertirse en clamor. El reloj marca ya la una y treinta y ocho y el año nuevo sigue sin llegar.

Microrrelato publicado en mi libro «Un bocado y medio».

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