Él duerme hace rato, le gusta madrugar. Mientras ella se desviste a su lado en silencio, contempla con nostalgia la foto del lago sobre la cómoda. Ambos sonríen a la cámara; en esa época eran muy jóvenes y el amor todavía tenía el lustre de unos zapatos nuevos. La saca del marco y la estruja. El agua comienza entonces a escaparse por una de las grietas y en cuestión de minutos le llega ya por las rodillas. Un rato después los muebles flotan a la deriva por el pasillo. Quizá esta vez tenga suerte, piensa, él nunca aprendió a nadar.
Accésit en el IX Concurso de microrrelatos Biblioteca de Godella
16 ideas sobre “SEGUNDAS OPORTUNIDADES”
Enhorabuena Margarita. Me ha encantado ese final, es muy bueno!!
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani. Espero que la protagonista del micro sepa también ponerle un buen final a su historia.
Un beso grande 😘
El desamor no solo impide segundas oportunidades, además puede propiciar verdadera inquina. Original y con sutil de surrealismo.
Un abrazo, Margarita
El desamor es estar muerta en vida -o algo parecido-, sobre todo si es a ti misma. Y no creo que se arregle aprendiendo a nadar.
Gracias, Ángel. Me encanta verte también por aquí.
Un abrazo.
Ya estaba echando de menos estos ratillos de lectura con los que siempre nos deleitas. Sin duda ha sido un inmejorable estreno del año con un relato, como siempre, sorprendente. No obstante, veo que en los propósitos para el nuevo año, no incluiste abandonar la línea del relato negro, con cierto toque macabro. Jajaja.
Siempre he pensado que la mayoría de la gente, casi siempre, merece una segunda oportunidad, pero tras la lectura de este micro voy a tener que meditarlo.
Genial. Me ha gustado mucho.
Un beso.
Pero tú sabes nadar, ¿verdad?
Tengo que confesarte que este micro ganó el accésit en noviembre del año pasado y todavía no lo había publicado, así que, de momento, estoy cumpliendo mis propósitos, entre otras cosas porque en estos días escribo más bien poco por no decir nada, ni negro ni verde ni colorado; la oposición me roba todo el tiempo disponible (le voy a dar una segunda oportunidad). Eso sí, cuando regrese al mundo de la ficción, miedo me doy.
Comentario de mi señor esposo cuando lo ha leído: «¿Ya estamos matando maridos otra vez?».
Al menos a ti te ha gustado 😄
Un beso
¡Felicidades! Aunque confieso que ya lo había leído, porque este año hemos sido compis antológicos en Godella…
¡Y que no sea la última vez!
Jo, me da vergüenza decírtelo, pero allá va: disfruto de tus crónicas (como una enana, por cierto) desde hace tiempo sin saber quién las firma y, claro, no te identifico. Me consta que hemos compartido algunas páginas más. De cualquier modo, ahora me alegra más estar en la antología (y no lo digo por decir: es una sensación de lo más agradable estar codo con codo dentro de un libro con algunos «personajes» a los que admiro).
¡Que no sea la última!
Es cierto que tampoco suelo hacer explícita la identidad por wordpress ya que, al ser LCDOM un proyecto conjunto, procuro no discriminar la autoría aunque vaya posteando relatos y micros de certámenes. Pero bueno, de las dos mitades del Otro Mundo, yo soy la de Adrián y en esta antología de Godella mi relato, sin que sirva de precedente (y no porque no quiera, claro), sale el primero. Y es que me he aprendido el truco: la única forma de aparecer delante de Margarita del Brezo en una antología es participar en una categoría distinta… y tener muchísima suerte además de lo otro, porque, más que un truco, conseguirlo es un cisne negro.
Insisto yo también: ¡que no sea la última!
Pues no seré yo la que rompa tu anonimato. Enhorabuenísima por ese primer premio que no es por casualidad: los sueños humildes son los que primero se cumplen y, me atrevería a decir, que los que más alegría nos dan.
A por más cisnes negros. Y, como suele decirse, que yo los vea. Y te aplauda.
Y luego dicen de la violencia de género…
Hay que seguir diciendo. De violencia.
Y hay que seguir reflexionando. Y actuando para que todos, sin excepción, sepamos nadar incluso a contracorriente.
Un abrazo.
Amor y su reverso…
Ese momento en el que se ven las costuras.
Un abrazazo, Teresa.
Enhorabuena !!
Que real el relato . Me ha impresionado .
Gracias, Eva.
Las fotos nos recuerdan lo que fuimos. Y no siempre nos gusta.