INOCENTE

Platos con restos resecos de comida, la ropa desperdigada por el suelo y la cama revuelta. Es lo que me encuentro en el primer párrafo del libro que acabo de sacar de la biblioteca. A pesar del tufo que desprende, continúo leyendo. Cuesta pasar las páginas con tanto desorden. Hasta la tercera no aparece la protagonista: está despeinada, el rímel corrido, un agujero en los pantis. La chica se mete en el baño y dejo de mirarla para preservar su intimidad. Mientras oigo el ruido de la ducha, me entretengo curioseando sus cosas. En el pasillo hay un zapato con el tacón roto. Lo cojo para observarlo de cerca y, de improviso, un individuo con pasamontañas, todo vestido de negro y armado con una pistola se cuela por el pie de página. Camina de puntillas, encorvado. En cuanto oye el ruido de la ducha se dirige presto hacia allí. ¡Dios mío, la va a matar!, grito despavorida. Entonces el hombre se gira, me ve, apunta. Cierro el libro de golpe y corro a devolverlo a la biblioteca. De vuelta en casa, me tumbo en el sofá y pongo la tele. No me culpen: era ella o yo.

Finalista del mes de febrero en el X Certamen de microrrelatos Javier Tomeo

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