Siempre he sido un juez implacable y distante. Y cruel. Extremadamente cruel. Incluso antes de desperezarme y poner un pie en el suelo ya estaba maquinando cómo programar los castigos del día, por adelantado, porque los iba a necesitar, seguro; tan seguro como que hay olas en el mar aunque esté en calma y no se vean. Resultaba agotador. Y traumático. Mi familia tampoco ayudaba mucho: orgullosa de mi forma de actuar, aplaudía mis sentencias, por injustas que fuesen, y me alentaba a continuar así, utilizando el artículo masculino en cualquier circunstancia a pesar de que era más que manifiesto el error. Hasta que un día, desesperado, decidí al fin cambiar el rol de juez por el de abogada defensora y, con pruebas concluyentes, voy aceptando que yo soy ella, no él, y he empezado a quererme más. Y a sonreír con todo mi cuerpo.
Finalista del mes de agosto en el XIV Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
PALABRAS DEL MES: artículo, distante, manifiesto, ola, programar
8 ideas sobre “CUERPOS, MENTES Y PRONOMBRES PERSONALES”
No sabes, Margarita, tras un tiempo de bastante desconexión en que no he podido pasarme por aquí, cuánto me alegro de ver que tu, como siempre, fantástico microrrelato, mantiene conexión con el artículo-entrevista que he publicado este agosto. Y es que las palabras, con sus pronombres, son meras formas de comunicarnos; lo importante es sentirnos en armonía, con el lenguaje al servicio de ello, garantía de ser más felices y transmitirlo a los demás.
Un gran abrazo, en el sentido literal 🙂
Siempre, siempre, siempre es una alegría tu visita, Ana. A pesar de que se me encoje la mano porque no sé cómo responderte para estar a la altura, que se suele decir. Eres una maestra en cine, indiscutible, aunque, al leer tus artículos, yo siempre me quedo con la delicadeza con que tratas a las palabras cuando compartes tu sabiduría. O como dirías tú, con la armonía que transmites a la hora de comunicar.
Un abrazo grande. Salud. Gracias.
Hay muchas realidades que se parecen a esto. Todo ser humano, unos más que otros, se enfrenta al auto juicio y tiene la oportunidad de auto perdonarse.
Cierto, Isai: una nariz demasiado afilada, el culo grande, las piernas torcidas, que si me ha salido un grano, yo no sé, no voy a poder, no sirvo,… La lista para autoflagelarnos es tan larga como nuestras inseguridades. Y perdonarnos, sobre todo cuando el entorno no ayuda, es lo complicado.
Gracias por comentar.
Un saludo
Buenos días, Margarita
¡Maravilloso! Un micro cargado de mensajes, como siempre.
Solemos adoptar la postura del juez implacable más que la del abogado defensor ante el espejo, cuando necesitamos mucho más amor que juicio.
La armonía entre cuerpo y mente es fundamental, pero es tremendamente difícil aceptarse. No solo en la identidad del género, también en el aspecto físico, la edad, las cicatrices, nuestras debilidades. Todo forma parte de nosotros y nos va convirtiendo en quiénes realmente somos.
Genial ese mensaje de que nosotros somos nuestro mayor enemigo (juez), pero también que es agotador tener que lidiar con tu entorno: familia, amigos, compañeros de trabajo; todos inflexibles a tu decisión de cambiar. Atreverse a ello necesita de una grandísima valentía.
Esa última frase, «Y a sonreír con todo mi cuerpo» es preciosísima. ¡Qué necesaria!
Enhorabuena por este maravilloso micro.
Un abrazo.
No puedo añadir ni una sola letra a tu valioso comentario, Jose Antonio: ese es el mensaje que pretendía transmitir, tal y como lo has contado.
Creo que las mujeres seguimos ganando (maldito triunfo) en esto de ser jueces implacables con nosotras mismas, aunque, por desgracia, los hombres cada vez acortan más las distancias.
Yo tengo tanto que aprender que me van faltando años. Junto con el cambio climático, deberíamos empezar, y de manera urgente, a no maltratarnos, que en cuanto rebuscamos un poco en «nuestras tripas», nos damos cuenta de que estamos llenos de plásticos y otros residuos contaminantes.
Gracias, muchas gracias.
Un abrazo
Totalmente cierto. Ojalá las generaciones venideras aprendieran de nuestros errores. Aunque, como hemos comprobado nosotros mismos, nunca se aprende de las equivocaciones de los demás.
¡Qué difícil llevarle la contraria al espejo!
Un abrazo.
🤗