Hace tiempo que perdió la memoria, tanto que ya ni me acuerdo. Cada mañana se sienta en su butaca, al lado de la ventana, y mira sin ver. En raras ocasiones habla en alto, como para hacerse compañía. Después el mutismo lo inunda todo de nuevo y me ahoga. Así un día y otro. Cada año. Hasta que el seis de julio suena el chupinazo y se produce la magia. Con el ruido de la pólvora balanceándose todavía en el aire, vuelve sus ojos hacia mí y me reconoce. ¡Fermín!, dice, y mi nombre se abre paso sin dificultad entre su sonrisa. Me tiende sus manos arrugadas, las que tantas veces acariciaron mi cuerpo, y, como un niño huérfano, apoyo la cabeza en su regazo y me quedo muy quieto para no romper el hechizo. Has venido, susurra. Y lo repite lentamente, como en una letanía apenas perceptible mientras las calles se llenan de gente vestida de blanco y rojo que habla a voces y brinda por la fiesta recién comenzada. Pero ella no se da cuenta: ha regresado ya a ese lugar lejano, que ni siquiera aparece en los mapas, en el que habita. Y yo comienzo a cantar el “Pobre de mí”.
Dedicado a Angelita
32 ideas sobre “SEIS DE JULIO”
¡Precioso relato! Me ha dejado sin palabras. Eres grande, Margaret!
Ponle música, compañero.
Precioso. Muy emotivo.
Saludos
Muchas gracias, Juanma. Ojalá no fuese real.
Un saludo y buen verano.
¡Qué bonito…!
Te felicito 👏👏👏
Mil gracias, Antonio 😊
Güenos días sean, Margarita.
Acabas de describir mi terror más espantoso, más que la misma muerte. Vivir en el olvido, indiferente, sin siquiera darse cuenta.
El que vive al lado sufre también, claro, pero mis canas me hacen verme más en el otro lado.
Aquí no me sale el chiste, lo siento.
Tu relato habla solo y hace sentir profundamente. No hace falta más.
Preciosísimo, enhorabuena.
Un abrazo.
Compartir los silencios, y las ausencias, es lo más complicado. No todo el mundo vale. Tú sí, Maestro.
Y hablando de lados, a mí me duele más el de los hijos que se diluyen irremisiblemente en la memoria de su madre poco a poco, como una gota de agua en el desierto.
Un abrazo, Jose Antonio, y mil gracias.
Eres una genia, Margarita. Qué precioso homenaje y qué visible lo has hecho!!
Besicos muchos.
Hay que celebrar todo lo bueno que nos pasa, aunque lo bueno dure tan solo el instante que tarda en apagarse un chupinazo.
Un beso grande, Nani
Como siempre, sientas cátedra, amiga. Muy hermoso relato. Sin duda, uno de los mejores blogs de este lado (y del otro también) del Mississippi.
¡Y ahora qué digo yo!
( )
Este blog no sería nada sin vosotros. A fin de cuentas, sois los que le ponéis el alma a las historias.
Gracias, muchas gracias, José Antonio
Qué bonito, Margarita. Y qué oportuno justamente hoy, con el chupinazo. Un abrazo fuerte😀
Hoy tocaba, sí. Hay que celebrarlo, aunque dure poco.
Gracias, Aurora 😊
Qué duro !!!
Se me ha partido el alma .
Enhorabuena , Margarita .
A veces, por mucha ficción que le pongamos, la realidad gana la partida.
¡Gracias, Eva!
Con un delicado uso de las palabras, guías con maestría el rumbo de tu relato, describiendo la dolorosa situación que el Alzheimer procura en sus pacientes y también en sus seres queridos.
Pero lo que más me impactó, es la forma como logras transmitir ese amor que ambos comparten en aquellos breves instantes de lucidez y que sin embargo logran que todos los momentos vividos y sufridos valgan la pena.
El corazón de aquel hijo es más grande que la enfermedad de su madre. Y el amor que siente ella por él, no está olvidado ni muerto, solo se mantiene cautivo en la insania de su mente, por eso, solo le basta huir de su carcelero por efímeros segundos, para así colmar a su hijo con su amor eterno.
En las artes (como la literatura) hasta en el dolor o en la tragedia se puede hallar belleza. Y amparándome en lo antes dicho…
Margarita, deseo expresarte mi admiración por la hermosa obra que has realizado.
¡Qué bonito comentario, Juan Carlos!
Es un poco eso de que «la vida aprieta, pero no ahoga». Cuando creemos que nos hemos quedado sin aire, el chispazo de la caricia que llega a tiempo, de la palabra precisa que lo dice todo. Porque no hay palabra más precisa ni más preciosa que nuestro nombre: nos visibiliza, nos identifica, nos valida, en suma, nos reconoce.
Gracias, muchas gracias por tus palabras.
Tengo que reconocer que me emocionado. Son muchos los recuerdos que me han venido a la mente a través de la lectura de tu relato, al reflejar, de manera sobresaliente, una de las enfermedades más crueles que pueda haber. La padeció mi madre, pero también en mayor o menor medida, toda la familia.
Un proceso largo y doloroso en el que se suceden muchos sentimientos ante los que te ves desbordado por la tristeza, la impotencia y la desesperación de no poder revertir la situación, viendo como tu madre se consume y se va apagando poco a poco. Un proceso que inevitablemente te hace reflexionar sobre la persona que era y en la que se convirtió.
No obstante, quiero darte especialmente a enhorabuena en esta ocasión por haber sabido tratar un tema tan sensible y doloroso con tanta delicadeza a través de una historia maravillosa. Y es que el sufrimiento que conlleva también hace que salga lo mejor de ti mismo para cuidar de tu familiar, aprendiendo de la experiencia, potenciando tu paciencia y sensibilidad y donde, como muy bien has sabido recoger en tu relato, una simple caricia, una mirada o una sonrisa son capaces de rellenar el inmenso vacío y proporcionar alivio, aunque sea de manera pasajera, dándote la fuerza necesaria para seguir adelante.
Si no el mejor, uno de tus mejores relatos hasta la fecha. Me ha llegado a lo más hondo.
Un beso.
Un poquito me acordé de ti cuando lo escribí, de Fede y de los que me transmitís cada día vuestro coraje. Porque hay que tener mucho coraje para sobreponerse a la tristeza que produce esta enfermedad y rebuscar fuerzas en los bolsillos agujereados para no desesperarse.
He intentado que sea un homenaje a todos vosotros, los verdaderos protagonistas de esta historia.
Con toda mi admiración y agradecimiento, Javier. A vuestro lado no dejo de aprender.
Un beso
Como siempre, una sola palabra: magnifico
Yo no puedo decirlo con una sola palabra: gracias, muchísimas gracias, Ángel.
¡Que bueno, Margarita!
¡Muchas gracias, Gerardo!
Muy bonito. Me recuerda las tardes que paso con mi madre cuando voy a visitarla y lo que me alegro de que recuerde mi nombre en ocasiones.
Felicidades.
Pues como he dicho antes, CarMac, toda mi admiración por sacar a relucir la alegría, y compartirla; no tiene que ser nada fácil. Este «seis de julio» también está dedicado a ti.
Wow!!! Haces que salten las lagrimas !!!!
Impresionante tu forma de usar las palabras y de contar una historia absolutamente tierna y maravillosa en tan poquitas líneas. Eres una maga de las letras 👏👏👏👏👏👏
¡Muchas gracias, jrgsanta! El tema nos toca de cerca a todos de una forma u otra y es imposible mantenerse indiferentes. Eso ayuda a parecer una «maga» 😊 Además, como no sé dibujar, me tengo que apañar con las palabras, ¡qué envidia me das!
Me encanta, cuánta realidad encierra!!
Sí, por desgracia, casi todos conocemos a alguien que está pasando por esta situación. Pretendo que sea un pequeño homenaje a ellos, aunque no sirva de mucho.
¡Muchas gracias, Lourdes!
Cuando lo que contamos tiene su lado de realidad, los escritos toman el mando de nuestros sentimientos para transmitir al lector lo que nos inunda el alma.
Un placer leerte
No se puede explicar mejor: los sentimientos no pueden inventarse.
Mil gracias por tu comentario, Jose.