Los Alberola somos una familia unida. Aunque en estos tiempos, ya se sabe, todos andamos muy liados. Eso sí, cuando un Alberola muere, ninguno falta al sepelio.
Archivos anuales: 2019
La primera vez que entré en el INEM lo hice de la mano de mi padre. Siempre me había dado miedo ese edificio grande y gris que engullía lenta y silenciosamente las largas colas de gente que se formaban en su puerta.
Hoy hace justo una semana que instauraron unas prácticas nuevas en la facultad y han tenido tanto éxito que ya no queda ni una sola plaza para este cuatrimestre. ¿Qué en qué consisten? Pues en visitar la mente de los demás. Pero no realizando test o terapias, no: visitas, visitas.
Mi mujer se levanta cada noche a esa hora en que las estrellas pierden los contornos puntiagudos que les salen cuando las dibujamos sobre un papel. Después de dar una vuelta por la casa y comprobar que está todo en orden,
—No se levante, Señoría, que volcamos. —¿Os habéis fijado? Hay residuos por todas partes, ¡qué asco! —Estamos como sardinas en lata,
Aprendí a correr casi antes que a gatear. Y no es de extrañar pues la primera vez que participé en la San Silvestre Salmantina iba montado en un cochecito de bebé.
Hoy hace diez días que volví a casa. En el hospital no podían hacer más para frenar esta enfermedad que me devora las entrañas.