¿Os habéis fijado que antes, cuando alguien moría en un libro, siempre llovía? Y es que la lluvia ayudaba a crear ambiente. Sus tonalidades plomizas y húmedas subrayaban la tristeza y el recogimiento y amplificaban el dolor de la pérdida. El cielo lloraba y los personajes, también. Tenía coherencia.
El ritmo lo ponían las pequeñas gotas de agua golpeando insistentes como un pájaro carpintero sobre la lápida recién colocada; también sobre los paraguas, negros, por supuesto, que añadían un toque luctuoso a la escena. Los charcos, las salpicaduras de barro en la ropa y las flores húmedas sobre el túmulo hacían el resto.
Ahora, con esto del cambio climático, ya no llueve ni en los libros. Los rayos de sol reverberan impúdicos en las ventanas al paso de la comitiva fúnebre. El calor intenso seca las lágrimas en cuanto asoman entre los párpados y la piel de los dolientes se broncea mientras rezan el responso.
No hay flores, si acaso algo de romero en alguna página perdida. Y cactus, muchos cactus que te clavan sus espinas al menor descuido.
Para intentar crear un contexto más adecuado al argumento, los personajes esconden el rostro tras unas enormes gafas polarizadas que le bajan el brillo a la vida. Además, los más allegados al finado cojean levemente sobre el asfalto, como si su pie izquierdo soportase así el sobrepeso de un corazón roto.
Pero aunque intentan disimular, se les nota a todos la prisa por regresar a sus casas, sentarse a la sombra y, a falta de agua, tomarse un refresco para hidratar sus pequeñas entrañas de papel.
Nada que ver. Y sinceramente, así no hay quien escriba.
Publicada en la web Profesor Jonk
10 ideas sobre “CAMBIO CLIMÁTICO”
Qué buena reflexión Margarita, me ha encantado!!
Eres única.
Besicos muchos.
Es que este tiempo no acompaña (alguien o algo tiene que tener la culpa). Pero tú sí, tú sí me acompañas. ¡Gracias!
Un beso grande 🧡
La climatología influye en todo, hasta en la escritura, que no deja de ser un reflejo de la vida. Muy bien contado, Margarita. Un abrazo.
Ya lo cantaba Perales (sí, soy más vieja que el hilo negro): «Estos días grises del otoño me ponen triste y al calor del fuego de mi hoguera…».
Cuando la escritura se resiste hay que buscarle algún motivo.
Gracias, Ángel. Un abrazo.
Me encanta, Margarita.
No es lo mismo soportar el dolor bajo la lluvia, que ayuda a interirizarlo, que bajo un sol sofocante, que lo derrite.
Tienes un vocabulario fluido que facilita la lectura y deja un buen sabor de boca.
Felicidades!!.
Gracias, Jaime, por leerme, por contarme.
Me queda mucho que aprender. Y si hablamos en verso ya…
Un abrazo.
Que bueno Margarita! Nunca imaginé que el cambio climático y su efecto dominó, pudiera tener como consecuencia la de ser un invitado inesperado que afectara a tu inspiración para escribir.
Sólo espero que cuando te sientes delante del teclado, el calentamiento global no te seque las ideas y las palabras fluyan cual río caudaloso, no vaya a ser que el derretimiento de los glaciares y la acidificación de los océanos termine nublando tu mente, privándonos de estas maravillas en forma de originales relatos con que tienes por costumbre deleitarnos.
Un beso
No me des ideas, Javier, que ha sido oírte hablar de acidificaciones y derretimientos y me han entrado ganas de irme a dormir.
Cualquier cosa fluye cual río caudaloso por mi imaginación, cualquiera, y ese es el problema, que ya no sé si nadar, guardar la ropa, echar la llave, poner un «cerrado por vacaciones» o irme a dormir otra vez y, mientras me decido, ni escribo ni duermo ni hago nada de provecho, al menos literario. La racha climática esta que me aqueja y acongoja parece un anticiclón de las Azores. Lo bueno es que hasta las bajas presiones en algún momento desaparecen del mapa. Y a las nubes se las lleva el viento.
Un beso.
Buena reflexión, Margarita.
El cambio climático va calando tanto, que ya condiciona hasta los relatos de ficción.
Saludos.
A mí más que calarme me deja seca, que no es lo mismo, pero es igual. Vamos a tener que echarle imaginación para intentar revertir esta situación antes de que sea tarde.
Muchas gracias por venir hasta aquí, Alfonso.
Un cordial saludo.