Lo dejo. Abandono. Estoy exhausta. No aguanto ni un minuto más el roce de mis viejas zapatillas desgastadas ni el olor acre del sudor que se extiende silencioso y furtivo como un submarino en tiempos de guerra por todo mi cuerpo. Tampoco el sonido bronco de la respiración entrecortada y esta sensación angustiosa de que se me escapa el alma por la boca. Se acabó. Por fin tiro la toalla, que ya no sirve ni para trapos. No sé a quién se le ocurriría la brillante idea de correr detrás de los sueños, pero yo desisto. A partir de hoy me acostaré todas las noches. Tenía razón mi madre: los sueños se hicieron para dormir; el que quiera correr que se apunte a la San Silvestre Salmantina.
Finalista en el VI Concurso de Microrrelatos “San Silvestre Salmantina 2018“.
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