Con los nervios de los preparativos para la carrera es imposible hacer nada. Mariana, siempre coqueta, elige palabras elegantes como «cáspita», «serendipia», y «colibrí» para confeccionarse un chándal
San Silvestre
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Aprendí a correr casi antes que a gatear. Y no es de extrañar pues la primera vez que participé en la San Silvestre Salmantina iba montado en un cochecito de bebé.
Lo dejo. Abandono. Estoy exhausta. No aguanto ni un minuto más el roce de mis viejas zapatillas desgastadas ni el olor acre del sudor que se extiende silencioso y furtivo como un submarino en tiempos de guerra por todo mi cuerpo.
Diez horas llevaba corriendo sin parar. Estaba exhausta y a punto de desfallecer y no conseguía darle esquinazo. De nada había servido deshacerse de su querida guadaña, cambiar su indumentaria negra por un chándal y un dorsal e introducirse entre los asistentes de la San Silvestre Salmantina para despistarlo. El […]