MICRÓSTICO

Ese verano sería el mejor verano de su vida.
Siempre que consiguiera deshacerse de su madre, claro.
Era la decimotercera vez que lo intentaba y el número trece le hacía presagiar que al final la suerte se pondría de su lado.
Vació de un trago el vaso de agua para coger fuerzas, lo dejó en el fregadero sin enjuagar, cogió el cuchillo de trinchar el pollo y se encaminó con pasos trémulos a su habitación.
Esperó con la oreja pegada en la puerta hasta convencerse de que lo único que oía era el latido de su corazón agitado.
Remoloneó todavía un buen rato antes de atreverse a entrar.
Allí estaba su madre, como suponía, sentada en su cama, la espalda apoyada en la almohada, las piernas extendidas sobre la colcha, vestida con su indefectible rictus de mal humor, mirándola fijamente.
No le iba a dar más opciones, ya no.
O te quedas a vivir en tu tumba para siempre —dijo pronunciando las palabras muy despacio mientras la apuntaba con el cuchillo— o te vuelvo a matar.

Micróstico* ganador del Reto de Rocío de Juan Romero
*Escribir un microrrelato usando como letra inicial la que se da en el acróstico (ESEVERANO), y en ese orden.

 

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

18 ideas sobre “MICRÓSTICO”