Poco tiempo después de que desaparecieran los bosques, nos quedamos sin madera para construir ataúdes y en esas condiciones la gente se negó a morirse.
#TierradeCampos
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Nunca me arrepentiré lo suficiente de lo que le hicimos al pobre Ernesto. En aquella época teníamos tan solo ocho años, aunque suene a ridícula excusa, y su madre hacía las lentejas más deliciosas del mundo,