Se puso en marcha al amanecer. Como único equipaje, una caja de herramientas. En la garganta extrajo las palabras que se le habían quedado atravesadas.
#Valladolid
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Nunca me arrepentiré lo suficiente de lo que le hicimos al pobre Ernesto. En aquella época teníamos tan solo ocho años, aunque suene a ridícula excusa, y su madre hacía las lentejas más deliciosas del mundo,