El abogado intenta hacerme entrar en razón; el pobre hombre está cansado de este litigio y apenas queda tiempo para cerrar el acuerdo. Pero no hay razón que valga. Ellas siempre se han mofado de mis paseos por el bosque, las muy ladinas.
Cuentos
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Don Julián era un hombre flaco como un lápiz y tan alto que parecía que podía tocar la luna con tan solo ponerse de puntillas y alzar el brazo lo que le obligaba a andar desgarbado ya que tenía que hacer auténticos esfuerzos para mantener el equilibrio.
El juez solo necesitará mirarte para sentenciar que el despido es procedente. ¡¿Pero a quién se le ocurre depilarse, hacerse un tratamiento de ortodoncia y echarse crema hidratante con aroma de vainilla?! ¡Qué eres el lobo, por Dios! Además, enamorarte de la abuela de Caperucita no te va a ayudar. […]