Siempre me ha gustado esta fotografía; tiene algo que no sé explicar. Al fondo, mis hermanos juegan al fútbol y celebran con alborozo cada gol que marcan entre dos troncos alineados que hacen de portería. Mi madre ojea una revista en la esquina inferior izquierda y yo aparezco en el centro haciendo muecas al objetivo.
Los días de lluvia todos corremos al coche a refugiarnos, incluido mi padre, que tapa la cámara con sus grandes manos para que no se estropee; la imagen queda entonces vacía a la espera de que escampe, y la habitación huele a hierba recién cortada. Con el buen tiempo, siempre aparece algún chico nuevo que suele ponerse de portero. Pero cuando más me gusta es en otoño: los marrones pierden su crudeza y en el pelo de mi madre aparecen cálidos reflejos dorados. Lo malo es que se caen las hojas de los árboles y tengo que soplar de vez en cuando para que se nos vea.
Este relato forma parte de mi libro «Un bocado y medio».
10 ideas sobre “PELÍCULA SENSIBLE”
Hola, Margarita.
Un relato lleno de matices que, como siempre, nos hacen reflexionar.
Esta vez creo que estoy algo espesito, pero creo vislumbra una fotografía que se hace realidad y que muestra distintas imágenes según la persona que la contempla. Por ella pasa el tiempo, las personas y hasta las estaciones. ¿Esas hojas del final pueden ser los años que hacen más difícil ver las imágenes con claridad?
Me encanta la forma en que tus relatos resucitan mis viejas neuronas y las vuelve traviesas e imaginativas. 😜
Felicidades, Un Abrazo.
Hola, José Antonio.
No soy capaz de imaginarte espeso ni recién levantado después de una mala noche.
Intento que mis historias, además de hacer pasar un buen rato, dejen un poso de reflexión, a cada uno el suyo, porque no hay dos iguales. Lo que leemos pasa por el filtro de nuestras experiencias y allá que nos vamos; eso es lo bueno.
A mí lo que me encanta de ti es que siempre siempre siempre te encuentro a mi lado, incluso cuando no te veo. ¡Gracias! 🧡🌼😍🤗
Gracias siempre a ti.
🥰😍🤗🥂
Recuerdo esta pequeña joya con la que nos deleitas en esta ocasión, de cuando hace unos meses devoraba tu magnífico “bocado y medio”.
Dices en tu anterior comentario que intentas que tus historias, al pasar por el filtro de nuestras experiencias, nos dejen un poso de reflexión, además de por supuesto hacernos pasar un buen rato. Pues bien, aquí va la mía.
El otoño es la estación en la que el paso del tiempo quizá se manifiesta de forma más melancólica. Las hojas verdes llenas de vida cambian de color adoptando tonos cálidos y dorados. Por eso, en la referencia que haces al pelo de la madre y a la caída de hojas, yo quiero ver una alegoría al paso del tiempo en nuestras vidas.
Esas hojas que caen son como los recuerdos que se desvanecen en el tiempo. Experiencias y momentos vividos que se van desprendiendo de nosotros, pero que a la vez dejan espacio a la reflexión.
El otoño nos recuerda que el tiempo es fugaz y que todo tiene su ciclo de vida. Por eso, es tan importante disfrutar y aprovechar bien cada instante de nuestra vida, antes de que irrumpa en ella el inevitable invierno.
Desde luego conmigo has logrado el objetivo. He pasado un buen rato releyéndolo y me ha invitado a la reflexión.
Muchos besos.
Hola, Javier.
Conocer lo que te inspira esta pequeña historia es un regalo.
No suelo contar lo que pienso o pretendo cuando escribo algo, ni siquiera cuando me preguntan con insistencia. Por eso, porque hay tantas interpretaciones como lectores, aunque algunas coincidan en más o menos detalles, pero siempre hay matices.
De esta «película sensible» sí diré, saltándome mis propias normas, que es uno de mis micros favoritos. ¿Por qué? Porque está basado en hechos reales; la fotografía como tal no existe, solo está en mi cabeza, en la zona de los buenos recuerdos; cuando mi familia estaba entera y teníamos un futuro apenas estrenado; las tardes dominicales en el pinar de Antequera, cada uno a lo suyo y todos en lo mismo: estar juntos como si el mundo no se fuese a terminar nunca.
Porque el otoño es mi estación favorita y los ocres, marrones y amarillos de mi Castilla vieja y profunda son inigualables.
Porque hubo un tiempo en que fui niña. Y feliz. Feliz de otra manera distinta a la que lo soy ahora.
Supongo que por «este desnudarme» en cada línea salió bien y me seleccionaron por primera vez en el concurso de la Microbiblioteca para formar parte de su antología. Una alegría añadida.
Y lo que ya es rarísimo en mí: cada vez que lo releo, me gusta más.
Has conseguido tirarme de la lengua; no volverá a ocurrir 😉😊
Un beso grande.
Muchas gracias a ti por «deslenguarte» y espero que no sea la última vez (aunque digas que no).
Un beso.
Este relato es precioso, con ese final tan inesperado. Como es la totalidad de tu libro.
Te felicito de nuevo.
Besicos muchos.
Y yo te doy las gracias de nuevo por tu apoyo y por tu generosidad sin límites, Nani. Eres una amor.
Un beso enorme.
Pedido el libro. Ansiosa por leerlo.
Muchas gracias por tu apoyo, Patricia. Ojalá lo disfrutes. 🤗