Alquilé un apartamento en un edificio que parecía una esquela mortuoria. Pensaba
—equivocadamente, me daría cuenta después— que allí encontraría la concentración necesaria para escribir. Debajo de mí vivía un repartidor de pizzas que no conseguía ahorrar lo suficiente para pagarse los estudios y en el ático, un contable que estaba enamorado del repartidor, cuya novia, no lo dije antes, estaba embarazada del padre de su mejor amigo, que vivía en el sexto y se hacía el loco, porque a él quien le gustaba de verdad era la psicoanalista del tercero, una argentina adicta al mate que murió sin previo aviso. Con ella se quebró el círculo y, como un frágil castillo de naipes, el microrrelato se vino abajo.
3.er premio en la 3.ª Edición del Concurso de microrrelatos Matimex. «Construir con palabras» Almazora, (Castellón).
Relato basado en la siguiente fotografía:
10 ideas sobre “FRAGILIDAD”
No hace mucho me decías que las palabras sirven para casi todo…. para construir puentes, casas y castillos o, como en este caso, para construir una surrealista comunidad de vecinos. Aunque me ha recordado las series de aquí no hay quien viva, o la que se avecina, sobre todo, me ha retrotraído a la niñez por su similitud con la contraportada de uno de los tebeos que leía de chaval: la magistral 13 Rue del Percebe del gran Ibañez , que describía las puyas y trifulcas de los vecinos de una casa de pisos. Aquellas tiras cómicas nos hicieron disfrutar mucho de niños, pero puesto ahora en perspectiva y al igual que le ocurre a tu relato, no dejaba de ser una genial parodia de la vida cotidiana.
Me ha divertido mucho.
Un beso.
¡Qué buena la Rue del Percebe! Eso sí era y es un lujo. Pero ahora, con la escasez de suelo y la carestía del ladrillo, (y la falta de imaginación), tenemos que arreglarnos con unos escasos metros cuadrados para dormir, cocinar, ducharnos y cometer tropelías. Así, más cerca unos de otros, solo tenemos que estirar el brazo para coger la sal del vecino.
Por suerte, siempre nos quedarán las palabras. Y el karaoke. Y lo que se tercie.
Un beso
🤣🤣🤣🤣
Me encantó, Margarita.
La verdad es que en ese edificio se vive en familia.
Solo faltó que el portero fuese el abuelo de todos ellos y la bisabuela se presente cada Navidad a felicitarlos a todos en forma de fantasma.
Un micro tan bueno como el talento de su autora.
Abrazo desde el Bajo Derecha.
😄😄😄 No hay nada como llevarse bien con los vecinos, Jose Antonio, incluso con los que están muertos y bien muertos, e invitarlos también a las celebraciones de la comunidad antes de que se presenten de improviso.
Tú tienes las puertas abiertas siempre. Eso sí, con lo grande que eres, deberías mudarte al ático para contemplar todas las vistas.
Un abrazazo y mil gracias.
Qué bueno Margarita. Me ha encantado!!
Muchas felicidades.
Besicos muchos.
Me alegra mucho, Nani, y eso que al final el micro se vino abajo 😉
Un beso grande.
Me ha encantado , enhorabuena !!
Pues inspiración para escribir tenía el inquilino …
Como tú para crear 👏👏👏👏
Una comunidad de vecinos que da mucho de sí. Lo que le falta al pobre inquilino es un poco de tranquilidad para sentarse a escribir. Ya tengo las maletas hechas para irme a «crear» con él.
¡Gracias, Eva!
El protagonista principal de tu obra llega buscando tranquilidad para escribir y se encontró con un edificio donde los inquilinos se interrelacionaban como los personajes variopintos de una novela, donde cada cual tenía una historia personal con otro vecino, que a la vez estaba ligado sentimental o emocionalmente con otro inquilino y así con los demás. “Todos” menos la argentina que se murió sin tener ningún lazo con los anteriores, rompiendo así la magia del cuento, haciendo imposible la continuidad de la historia.
Ja, ja, ja… Valiente escribidor resultó el “escritor” de tu obra. Quería la historia completa con punto y coma (de su inspiración y creatividad… nada).
Por eso me encanta leerte. Porque tú posees esa imaginación que puede convertir un vidrio en un rubí, una roca en una gema o incluso (como hoy) puedes hacer que se caiga un microrrelato sin romper el argumento y convertirlo en un delicioso tema.
Y pensar que toda esta historia nació de ti, con solo mirar una fotografía.
Margarita, admiro tu imaginación infinita.
Dicen los entendidos que las historias están a nuestro alrededor esperando que alguien las escriba. Y a veces hay tantas que no queda más remedio que marcharse en busca de algún lugar tranquilo para alejarse de ellas y no oír sus gritos demandantes. Porque todas quieren ser la primera, la mejor, la más larga, la más intensa, emocionante, terrorífica o divertida. Pero ese lugar tranquilo no existe, aunque cierres los ojos. Por eso soy una escribidora en busca de puntos y comas que hagan el trabajo por mí mientras yo descanso. Sin conseguirlo. Créeme, es una tortura.
Por suerte, con tus palabras generosas me das paz y sosiego, aunque el final sea «cargarme el relato» sin provocar demasiados daños colaterales (supongo que la argentina no estará muy de acuerdo conmigo).
Muchas gracias una vez más, Juan Carlos. Gracias a ti y a personas como tú seguiré intentándolo.