CIENCIA Y FICCIÓN

La frase yacía en el suelo arrugada y con signos de haber sido brutalmente agredida. La eme tenía un asta rota, dos tes estaban decapitadas y una tilde había desaparecido. Otras letras presentaban tales magulladuras que eran impronunciables. «Otro caso más», dirían en los telediarios en cuanto la noticia se filtrase a la prensa. Y cundiría el pánico entre la población.

Sherlock Holmes observaba preocupado el escenario mientras el doctor Watson comprobaba las constantes vitales de la víctima; apenas tenía tono y había perdido mucha tinta. Debían darse prisa si querían salvarla. La colocaron con delicadeza sobre papel de seda y la condujeron a toda velocidad al dispensario de la biblioteca municipal, donde los especialistas comenzaron a reanimarla, aunque nada pudieron hacer para recuperar su significado.

Sherlock encendió su pipa y se ajustó la gorra preocupado. Sabía que este caso no iba a ser fácil de resolver.

—O los autores dejan de tirar a la papelera todo lo que escriben o nuestro mundo corre peligro de extinguirse —acertó a decir el doctor Watson—. Necesitamos urgentemente gente decidida y con imaginación.

—Elemental, querido Watson, pero no olvide que no es tan simple: tiene mucha ciencia esto de la ficción.

Publicado en el libro recopilatorio de la II edición del Concurso de Microrrelatos Círculo Creativo. Fundación Cajacírculo. Burgos.

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