Al poco de casarnos, mi marido empezó a llegar tarde a casa. Pierdo la noción del tiempo, explicaba algo turbado. Luego, cuando no venía a dormir, me daba por pensar cosas terribles, como que hubiese perdido la cabeza. Resultó que la culpa la tenía su secretaria, que le hacía perder el sentido.
Pero lo peor era cuando perdía los estribos. Encerrada en el baño rezaba para que los encontrase pronto. Anoche intenté hablar con él. Que no tenía tiempo que perder, dijo. Y se largó. A buscar más tiempo, supongo. Parece que lo suyo es algo contagioso, acabo de perder la paciencia.
Finalista de noviembre en el XII Certamen de microrrelatos Javier Tomeo de temática social.

18 ideas sobre “PÉRDIDAS”
Margarita, tu no pierdas nunca las ganas de escribir, de escribir así. Tanto dicho con tan poco. ¡¡Enhorabuena!!
No te creas, José Miguel, a veces no recuerdo dónde las he puesto (las ganas), aunque tu comentario me da pistas para encontrarlas. ¡Gracias!
Por mi parte, en lugar de decirte mis pérdidas voy a decirte lo que no pierdo. Nunca pierdo la ilusión ni la motivación al leerte, ni mucho menos el tiempo. Siempre es una gozada disfrutar de tus relatos y ver cómo le das la vuelta a todo, sacándole punta hasta un tema tan duro, como es en este caso, la infidelidad. Sencillamente magistral.
Un beso
Ea, pues ya me has alegrado el día, Javier. Bueno, el día, la semana y el mes. Porque reconozco que hay momentos en los que pierdo la confianza y las llaves de la imaginación. Así que, sin tiempo que perder, voy a ponerme a inventar.
Un beso
Este microrrelato es un juego de palabras con sangre fría: convierte el tiempo en metáfora de infidelidad y violencia, y la paciencia en arma final.Lo mejor: El doble sentido progresivo («perder el tiempo» → «perder el sentido» → «perder los estribos» → «perder la paciencia») que arma la trampa como un reloj de arena.
La escalada invisible: de retrasos → ausencia → golpes, todo disfrazado de excusas.
El cierre seco («acabo de perder la paciencia») que deja la puerta abierta a la venganza, sin decirla.
En resumen: una miniatura de thriller doméstico donde el verdadero monstruo no es la secretaria, sino el tiempo que él roba… y el que ella recupera.
Saludos cordiales.
Muchas gracias una vez más por tu comentario detallado y perspicaz, Marcos Manuel. Como bien señalas, el tiempo se convierte en un hilo conductor que teje tanto la metáfora de la infidelidad como la violencia latente. Esa escalada invisible, disfrazada bajo excusas banales, busca reflejar cómo las pequeñas rupturas cotidianas pueden desembocar en un abismo emocional, cuando el desgaste impuesto por el tiempo se transforma en arma.
Y sí, el cierre seco deja esa puerta abierta, un silencio que invita a imaginar y a continuar la historia como cada uno quiera.
Saludos cordiales
Un relato corto pero muy explícito de cómo cambia la relación de pareja en poco tiempo, comprobando que la realidad es otra diferente a la que creemos. Me ha encantado. Gracias por compartir. Un abrazo.
Las pérdidas a lo largo del camino son inevitables, y creo que también necesarias para dejar espacio a todo lo que vamos ganando. El problema es cuando ese camino no lo elegimos nosotros y, además, está lleno de agujeros. Gracias por leer y comentar, Marylia. Un abrazo.
Mientras no pierdas tú ese arte que tienes, todo irá bien. ¡Enhorabuena!😘😘
Intentaré ir dejando miguitas de pan. ¡Muchas gracias, Aurora! 😘
¡Buenísimo, Margarita!
Has conjugado el verbo perder con muchísimo arte.
La verdad es que muchos siempre encuentran alguna excusa gramatical para justificar sus actos. Es lo que tienen los que solo hablan para mentir.
Menos mal que la protagonista no perdió el tren de la oportunidad, se contuvo de perder la cordura y, espero, ganó la libertad y la autoestima. Que, de vez en cuando, también hay que acostumbrarse a ganar.
Felicidades, amiga. Tus micros son más profundos que la billetera de un político.
Abrazo Grande.
Una vez más has conseguido arrancarme una carcajada, Jose Antonio. Y eso no es nada fácil. Casi tanto como las excusas gramaticales sin faltas de ortografía.
Aunque es bien cierto que hay mucho grandilocuente que se llena la boca de palabras bien torneadas y sinuosas que te roban el sentido y no te das cuenta hasta que estás a punto de despeñarte por un barranco.
Voy a proponer a los políticos de billeteras abultadas que obliguen en los colegios a aprender a conjugar el verbo ganar, ¿tú crees que lo entenderán?
¡Gracias, gracias, gracias!
Abrazazo.
Muchas felicidades Margarita, es buenísimos!!
Besicos muchos.
Me alegra que te guste, Nani. Y me encantan tus besicos 😍
Me encantan tus juegos lingüísticos con la pérdida. Quizás la narradora debe perder al maridín y encontrar otro mejor ☹
Pues no sé qué decirte, Teresa, le he perdido la pista. Aunque eso espero.
Abrazazo.
Que bien hiladas están esas pérdidas, Margarita, pese a que el cariz del relato tenga un tono que tiende a oscuro.
Muy bueno. Pero en tu caso, es normal.
Saludos.
El poder de las palabras: con una sola frase has conseguido ruborizarme, sorprenderme, interpelarme, alegrarme, «segurizarme» y espolearme.
¡Gracias, Alfonso!