DOBLE O NADA

Ahora que la gente se desdobla, vivimos mucho más apretados en el edificio, pero nos apañamos bien. La mayoría de los dobles son tranquilos, eficientes y respetuosos. En mi rellano, por ejemplo, vive una enfermera y, desde que su doble se encarga de los turnos de noche en el hospital, es más amable y me da los buenos días.

El mío es un tipo callado. Se sienta a mi lado a leer el periódico mientras desayuno. Cuando termina, me lo pasa y va en busca de mi mujer. Se entiende mucho mejor con ella, que lo tiene acaparado noche y día desde que se cruzaron por primera vez en el pasillo. Hubo un tiempo en que pensé en deshacerme de él, pero no es tan sencillo. El del cuarto se encerró con el suyo tres días y al salir, solo quedaba uno. Seguimos sin saber cuál. Y para qué arriesgarse.

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