Vacía el tubo de óleo azul sobre la paleta y vuelve a dejarlo en la caja, en el mismo lugar que ocupaba unos segundos antes, cuando estaba lleno. Ladea el cuerpo para eludir el lienzo, que le impide tener una visión completa de la pared de la habitación; entrecierra los ojos y la escudriña moviendo lentamente la cabeza de arriba abajo y de izquierda a derecha hasta memorizar cada grieta, cada desconchón, y las huellas que otros han dejado en ella antes que él. Añade entonces al azul unas gotas de verde con el que poder conseguir el aspecto transparente y limpio del agua, una pizca de negro para darle suficiente profundidad y una nuez de color blanco para dibujar la espuma de las olas que rompen en su mente con un rumor discontinuo y familiar. Ajusta la posición de la banqueta, carraspea nervioso un par de veces y moja el pincel en la mezcla resultante aplicándolo sobre la tela con movimientos sinuosos, precisos, metódicos.
Apenas queda sitio en el lienzo para el azul del cielo cuando nota en el hombro los palmetazos secos del enfermero que interrumpen de golpe su concentración.
—Vamos, Leo, es la hora de tomar tus medicinas —gruñe el hombre todo vestido de blanco—, apúrate que se me ha hecho tarde. —Y aguarda impaciente a que Leo se ponga en pie y trague las pastillas. —¿Qué es eso? —pregunta de pronto señalando con el vaso de plástico ahora vacío las gruesas y burdas pinceladas azules del cuadro. Pero no espera respuesta y se dirige presuroso hacia la puerta por la que acaba de entrar. Antes de dar dos vueltas a la llave le advierte de que se deje de trabajitos manuales y que se acueste, que en menos de diez minutos apagará las luces.
El enfermero del turno de mañana no encuentra a Leo en la habitación. Sorprendido primero y fastidiado después, se agacha a mirar debajo de la cama, el único escondite posible, mientras rezonga entre dientes que no tiene tiempo para jueguecitos. En cuanto comprueba que allí abajo tan solo hay polvo acumulado, corre a dar aviso a la Dirección. Registran palmo a palmo el sanatorio mental. Sin éxito.
Policía, sirenas, Servicios Sociales, teléfonos que no dejan de sonar, batas blancas a la carrera, interrogatorios, informes, internos sin medicación, alboroto, voces, confusión, incredulidad, caos.
La noche cae bruscamente. Con la fuerza del impacto se rompen algunas estrellas, la cordura y varios contratos. Abandonado en la oscuridad de la habitación, el cuadro, con la pintura todavía húmeda, es el único que guarda silencio. Solo cuando Leo logre alcanzar la otra orilla del mar, se secará.
Publicado en la antología del 2.º Concurso de Relatos Breves de El Ático, librería/editorial israelí en español, Raanana (Israel)
30 ideas sobre “INTERNO”
🤗
☺
Muy bonito, Margarita.El arte siempre ayuda a escapar del mundo, en este caso literalmente.
El arte diluye las fronteras de la locura y nos permite pasar desapercibidos entre los cuerdos.
Gracias, Mayte 🙂
Sencillamente maravilloso. El último párrafo me parece sublime. 👏🏻👏🏻👏🏻
Jo 😍
(Permíteme que no diga más para disfrutar de tu comentario).
Me ha encantado. Ojalá se pudiera…
Besosss
¿Verdad? A mí me encantaría colarme entre las hojas de un libro (lo de pintar no está en mi mano) y aparecer en la última página, en esa que pone… «y fueron felices». 🧡🤎
Maravilloso!
Testigo mudo de tantas y tantas cosas. Una salida a la realidad de un mundo mejor. Alcanzara la otra orilla?
Fantástico, Margarita !
Espero que sí, que alcance la otra orilla, esa en la que te permiten ser loco, analfabeto instruido y princesa, todo a la vez.
¡Gracias, Eva! 💚
Soberbio.
Sería magnífico poder hacerlo; de momento nos conformaremos con desearlo y disfrutar con la posibilidad.
Gracias, Anarchanthropus
¿Quién no ha tenido alguna vez la sensación, mientras se admira un cuadro de esos que te impactan, de verse envuelto quedando atrapado en su interior y pasando a formar parte de la escena?
Es sabido que la pintura unas veces plasma la realidad, pero en otras ocasiones pone de manifiesto lo imaginado como forma de evadirse. Algo que en esta ficción combinas magistralmente, convirtiendo lo imaginario en real y planteando otro mundo donde todo es subjetivo y posible. Y todo ello como colofón, en un final sorprendente que es tu seña de identidad.
Me ha recordado en cierta medida lo que estudié en el colegio sobre Van Gogh, que al parecer se refugiaba en la pintura como forma de alejarse de la realidad y evadirse de sus problemas psicológicos, especialmente cuando estuvo ingresado en centros psiquiátricos.
En esta época de hastío por el virus, de incertidumbre económica y de desencanto político, tus relatos son como un bálsamo contra ese malestar. En particular, éste me ha parecido un relato genial y muy entretenido, que hace buena la frase de otro de los maestros de los relatos cortos -Edgar Allan Poe- «más cuerdo es el que acepta su propia locura».
Muchos besos y cuidaos que la cosa por allí no invita al optimismo.
Eso de quedarse atrapado en un cuadro o en una historia o en una partitura no tiene nada de ficción, aunque nos empeñemos en escribirlo bonito, como si pudiéramos, a través de una letra cuidada y unas frases voluptuosas, engañar a la realidad y a la vecina del segundo, siempre pendientes ambas de lo que hacemos y de lo que omitimos.
Lo que sí parece más ficción que realidad es este encierro perimetral que alarga los días y estrecha la paciencia, y además llena la mente de fantasías y de ganas de salir nadando y atravesar El Estrecho y pavimentar la Vía Láctea y poner un pozo, brocal incluido, en la calle más recóndita de la cara oculta de la luna.
Imagínate si hay que estar loca para no escribir (o ser rara). Pero de eso, y de esos, esas y eses, no hay que hablar, que son capaces de aparecerse mientras dormimos y menudo susto.
Van Gogh también debía de ser un poco raro por lo que cuentan 🙄
Con Poe pasé unas noches magníficas, que dicho así suena feo, pero te puedo asegurar que no, que era todo muy bonito a pesar de lo tétrico, y no te digo yo que no vengan de tan atrás mis devaneos tardíos por la escritura. Algo ha tenido que ver seguro.
Y ahora me retiro con ese «bálsamo» convertido en adjetivo que me has dedicado porque no quepo en mí de bienestar. ¡Gracias, Javier, gracias por querer a mi insania tanto como a mí!
Un beso. Nos cuidamos.
Maravilloso relato.
Me ha recordado mucho a la peli K-PAX, aunque en este caso la escena termina de forma distinta y la escapada tiene otro camino. Tu historia es más bonita e idílica y me hace soñar con poder escapar alguna vez. Tendré que comprarme un bonito paisaje. 😉
El arte es imprescindible para escapar de nuestra «cuerda» realidad. Algunos usan la pintura, otros usamos la literatura. Otras, como tú, crean preciosísimas historias que se alojan en la cabeza y el corazón y permanecen allí ronroneando delicada y cariñosamente.
Un abrazo.
Excelente película, K-PAX.
Ya he localizado la película para verla. Os contaré.
Saludos, Tom
Te aseguro que te va a encantar.
Vista. Chulísima 🙂
Jo, qué generoso eres siempre con tus comentarios, Jose A., me encantaría leerme como tú me lees.
No creo que necesites comprarte nada, te sobran palabras y arte para dibujar el mejor paisaje del mundo con ellas, y digo el mejor porque lo crearás a tu imagen y semejanza. Sin pretensiones de ofender (espero que se me entienda), cuando escribimos somos un poco dioses y jugamos con el destino y con lo que no puede ser más que en nuestra imaginación, y nos ayuda a levantarnos y sonreír al día que empieza a despertar tras los cristales y a acariciarle en el lomo.
Un abrazo y mil gracias 😊
No soy experto en locuras y «psicopatadas» pero creo tener claro que hay una (locura) que es una especie de bienaventuranza: la creación artística. Aunque la verdad es que no estoy muy seguro de si se trata de una cordura alocada o una locura cuerda.
Me encanta leerte.
Ufff, qué difícil lo pones, Ricard. Supongo que ni los expertos podrían ponerle limites ni definiciones a algo tan abstracto como es la creación artística. Al final (y al principio) todos buscamos un equilibrio inestable en algo: fotografía, pintura, arte, deporte, lectura, televisión, redes, hablar por teléfono, cotillear,… Cualquier cosa que sirva para no romper nuestra fragilidad.
Gracias por decirme que te encanta leerme 😊
Me ha encantado. Me han venido resonancias de «El pintor de batallas», por un lado y, por otro, de «Cadena perpetua» (película y el relato largo de S.K en el que está basada). ¡Enhorabuena!
Menudo lujo, Jorge, que me compares con obras de ese calibre. No hay nada más reconfortante que despertar con mis historias imágenes, olores o algún recuerdo, por insignificante que este sea.
Mil gracias por venir hasta aquí y comentar 😀
Libre al fin…😍
Al fin… 🙂😍
Cómo una película que sales de la realidad y te metes en otra imaginaria y mejor, y el arte (en general) como escapatoria. Me ha gustado mucho
Tú sabes de eso mucho más que yo: tienes un montón de páginas para correr y escapar; a mí se me acaban pronto las líneas y enseguida me atrapan 😉
¡Gracias!
Precioso como siempre. Saludos Margarita.
Jo, qué bien, CarMac.
Pues como siempre, mil gracias 😊