Ya no sabían ni a quién proteger. El crecimiento de los ingresos un día tras otro había acabado con todos los recursos del hospital. El suministro de medicamentos hacía mucho tiempo que se había suspendido. Los enfermos se agolpaban en los pasillos y los muertos, en despachos, laboratorios y salas de espera después de que en los sótanos y aparcamientos no cupiera ni un alma más. Y cuando pensábamos que lo habíamos visto todo, llegó el hambre bien pertrechada de miseria y frustración y se coló en nuestros hogares sin encontrar la más mínima resistencia.
La gente clamaba justicia, pero los abogados estaban exhaustos y no daban abasto. Las demandas se amontonaban unas sobre otras enardecidas, impacientes, coléricas. Estábamos todos tan ocupados con nuestros problemas, con nuestras cuitas, que nadie se dio cuenta de que apenas quedaban árboles para hacer ataúdes.
Finalista de febrero en el XIII Concurso de Microrrelatos sobre Abogados
PALABRAS DEL MES: crecimiento, hambre, suministro, recurso, proteger
25 ideas sobre “SECUELAS”
En realidad, estamos tan ocupados con nuestros nimios problemas que llegará el fin del mundo y nos cogerá mirando el móvil. 😉
Magnífico relato, dice tanto de nosotros y de nuestra actitud hacia los problemas reales.
Con el añadido de: «mientras no me pase a mí».
Enhorabuena.
Saludos desde el sú.
Pues es un problema, eh, porque, como dice mi madre «la cosa está que arde y no se quema nada». Todavía, añado yo.
Y no hay vuelta atrás. Aunque que cierto es eso que dices: «mientras no me pase a mí». No nos damos cuentas de que se nos está acabando el rollito de ser meros espectadores; la función pide más y más protagonistas. Miedo me da.
Muchas gracias por tu agradable visita, Jose A.
Saludos desde aquí abajo.
Una situación que algún día puede darse… la pandemia es lo primero ¿qué le seguirá? deberíamos ponernos ya, sin dilación, a cuidar nuestro mundo.
Abrazos.
Ya no parece algo que solo ocurra en una película, ni siquiera lejano en el tiempo así que sí, tienes razón, deberíamos ponernos ya a cuidar nuestro mundo y a cuidarnos a nosotros.
Gracias por comentar, Estrella.
Un abrazo.
Good point! There weren’t enough trees before the pandemic! Shouldn’t we be looking at other ways to bury those who have passed away?
There are already many people who choose cremation. I suppose that the funeral techniques will advance as they have been up to now. What I don’t know is who will bury the last dead man.
A hug, Ashley
💜
🙃🙂😊
Es que eres mu grande!! Felicidades.
Besicos muchos.
No te creas, Nani, estoy en la media, pero intentando crecer tanto como tú.
Gracias por venir hasta aquí.
Un beso grande.
Como me pediste en la última ocasión, este relato te lo comentaré cantando. Y como me he deprimido mucho leyéndolo (es muy duro), aquí me tienes micrófono en mano entonando una de Amaral titulada “volverá la suerte”, aunque sólo sea para darnos un poquito de esperanza.
Suena la música
…..Los que me hablaron del fin del mundo
Ya quedan atrás, las sombras se desvanecen
Porque voy a regresar.
Y quiero que tengas dulces sueños,
Porque al despertar
Volverá la suerte a nuestro lado…..
Algún día, esperemos no muy lejano, el virus nos dejará cantar la próxima a dúo.
Besos
¡Oye, qué gusto volver a oír tu voz! Además la festiva, la de «voy a pasármelo bien», que ya toca (y no me refiero a la banda).
Antes de ayer me puse a cantar en la oficina con el ratón del ordenador, ¿te lo puedes creer? Se ve que te estaba oyendo sin saberlo todavía. El ordenador se había declarado en rebeldía, los usuarios a punto de entrar y yo sin poder hacer nada. Era o eso o empezar a dar voces, una de dos, y como ambas dos eran prácticamente lo mismo pues… Al final se solucionó todo. Va a ser verdad que la música amansa, une, reúne y te mete en el cuerpo las ganas de bailar.
A ver si con estos acercamientos en clave de sol por nuestra parte logramos acortar distancias y acabar con el bicho este y su corona.
Hasta entonces seguiré echando de menos «la próxima a dúo».
¡Gracias! A ti, a Amaral y a la música.
Un beso
Sobrecojedor relató .
Impactada y de una real crudeza .
Espero un despertar …
Enhorabuena !!!
Pues sí porque como sigamos «dormidos en los laureles», como dice mi madre, no habrá despertar que valga.
Gracias por comentar, Eva.
Seguimos.
Solo nos faltaba Filomena para esquilmar todavía más los árboles. Muy buen relato
Parece que en estos días volvemos a hablar solo del coronavirus. A ver.
Gracias por comentar, Juan Carlos.
Duro relato, te sobrecoge tanta crudeza!
Pero, yo voy más allá, voy a quedarme con el ‘un día menos ‘ , con lo del «se ve la luz al final del tunel’ . Necesito pensar en positivo para no caer en las tinieblas porque…vaya tela!!!
Vivamos y disfrutemos , eso si, con cabeza , que vida solo hay una y planera solo tenemos uno.
Solo tenemos una cabeza que nos mantiene con vida, ¡que mejor que usarla de vez en cuando para preservar nuestra integridad y la de nuestro planeta! Pero no, algunos hasta la pierden y los demás tenemos que andar apartándolas para no tropezar con ellas. En fin, no me hagas mucho caso, Aurora. Tienes razón, ya se empieza a ver la luz. No consintamos que se apague.
Un beso enorme
Beautiful blog
Thanks a lot 😊
Please read my post
A realidade sempre é pior que ficção.
E se não sempre, sim muitas vezes.
Obrigada, Jorge
«Y cuando pensábamos que lo habíamos visto todo…». Ay, de que forma tan impresionante retratas una distopía que no suena tan imposible… Demoledor final… En esta ocasión me has recordado la película «A ciegas», de Fernando Meirelles, más que notable adaptación de «Ensayo sobre la ceguera» de José Saramago. De esas historias, como la tuya, que te perturban sobremanera. Confiemos en que sigan siendo solo relatos de ficción…
Salud y un abrazo esperanzado.
Me apunto la película; a Saramago lo leí hace tiempo, cómo no hacerlo, aunque no se me pegó mucho de su magistral estilo. Voy a meter toda su biografía debajo de mi almohada a ver si me contagio antes de que se acabe el mundo. Pero tranquila, que me refiero al mundo tal y como lo conocemos ahora, que ya toca escribir una historia feliz y sin tantos finales.
Salud, Ana, mucha, y un abrazo.