Mientras mi madre envejece, mi padre sigue siendo el hombre joven y entusiasta con el que se casó; un abogado comprometido, un marido ejemplar que podía conseguir cualquier cosa que se propusiera. Cualquiera. No como tú, me restriega ella a la menor ocasión. Y es que yo no me parezco en nada a él, ni siquiera en el color de los ojos. Tampoco quiero ser abogado, voy a ser bailarín.
Cenamos en silencio. Fuera cae la lluvia sobre el asfalto, el mismo donde él se dejó la vida y su brillante porvenir.
Accésit en el VI Concurso de Microrrelatos de la Biblioteca de Godella (Valencia)
24 ideas sobre “PORVENIR”
Some parents are never happy with their children’s future! They don’t see that the future is in their children’s hands!
Some parents want their children to be what they could not be. It is a pity.
Thanks for your kind words, Ashley.
Muy cierto.
Hay quien trabaja para vivir, pero muchos viven para trabajar.
Y el tiempo no tiene piedad con ninguno.
Muy buen relato. Felicidades.
Un abrazo
El tiempo pasa inclemente a nuestro lado y ni nos percatamos, cierto. Pero hay que trabajar para no perderlo (al tiempo). Cosas de la vida.
La muerte tiene otras cosas. Y otros tiempos.
Gracias por comentar, Jose Antonio.
Un abrazo
Muy muy bueno.
Felicidades .
A por todos nuestros sueños !
Aunque nos estrellemos, sí, pero serán nuestros sueños.
Gracias por leer y comentar, Eva.
Me ha gustado mucho. Merecido accésit, Margarita🥰
Me alegra que te guste, Aurora 😊🙃🥰
¡Muy buen micro, Margarita! Estupendo el giro final. Un abrazo.
Gracias por comentar, Jorge. Sentir el aliento de los compañeros de letras me ayuda a seguir avanzando. Un abrazo.
Ay las comparaciones!!
Hay que ser ante todo feliz y disfrutar con lo que haces. La parca está ahí , en el asfalto o en cualquier otro lado y hay que procurar disfrutar y vivir la vida y no amargarse haciendo o siendo lo que quieren que hagamos o seamos.
Me ha encantado Margarita
Odiosas las comparaciones, siempre, y más con un muerto contra el que nada puedes hacer por mucho que lo intentes.
No sabemos si el porvenir va a llegar así que, como muy bien dices, ojalá no perdamos de vista lo que nos rodea ahora, en presente.
Y en cuanto a lo que dicen los demás, tú puedes decirme lo que quieras 😉🥰
El relato me ha recordado el slogan que el Ejército USA utilizó en los años 80 y 90 para impulsar el reclutamiento. Decía algo así como: “Army. Be all you can be”. Un slogan que funcionó muy bien durante más de 20 años, lo que hizo que terminara saltando a la sociedad civil, porque en esencia lo que transmitía era que no se requiere del individuo llegar a General, llegar a ser un escritor de éxito o un premio Nobel, sino que lo importante es que cada uno es dueño y escribe su propio destino de acuerdo con sus preferencias, esfuerzo, mérito y capacidades. En definitiva, vivir nuestra vida y no la vida que a otros les gustaría que viviéramos.
Como siempre un excelente relato, del que no comento el magistral final (as usual) por no repetirme. Ya sabes que soy fan de estos inesperados finales. Por cierto enhorabuena por ese áccesit.
Un beso
Una de las mejores cosas que puede tener una historia es que te recuerde otras y te haga viajar en el tiempo; si además te sorprende el final, pues mejor que mejor. ¿Cómo era eso? Que no te deje indiferente y te entren ganas de salir corriendo y de tener tres ojos y cinco orejas…, bueno, muy metafórico todo, claro, que si no, con ese aspecto te meterían seguro en un laboratorio para estudiarte y dispondrías de poco tiempo para leer porque no pararían hasta extirparte los órganos sobrantes y dejarte como a todo el mundo. Y es que ser raro está mal visto y perseguido.
La Army tiene mucha razón: «que cada uno sea todo lo que pueda ser» y quiera, añadiría yo, hasta princesa si te da la gana (o «nada importa su vida anterior, aunque sí mucho su vida interior)», otra versión más española, ¿no?). Pero hay gente que se empeña en escribir nuestra historia, y hasta con faltas de ortografía, porque la suya no la lee nadie.
En fin, volvamos a la historia que nos ocupa: sin pretensiones de llegar a ser General, lo que sí me gustaría es escribir mi propio destino y ganar con él el premio Nadal. Y que la gente que quiero estéis conmigo.
Un beso
Relatos que hacen que se te ponga la piel de gallina.
De eso se trata, de pasear entre los renglones y dejar que te susurren su historia.
Gracias por tu comentario, Anny.
Ay, muy triste el quedarse anclada en el pasado, como el personaje de Lucía (fantástica Julieta Serrano) en “Mujeres al borde de un ataque de nervios”, simbolizada su demencia en esa vestimenta del tiempo en el que le abandonó su amor. Y qué injusticias provoca la amargura derivada de ello, como en dicha peli el impulso asesino, y en tu magnífico microrrelato el querer también, de algún modo, asesinar la personalidad del hijo intentando que construya una identidad como mero reflejo…
No hay porvenir si solo miramos atrás…
Enhorabuena, Salud y un abrazo.
Qué delicia didáctica tus comentarios, Ana. Nunca se me hubiera ocurrido este paralelismo (esta película sí la conozco, menos mal), y mira que está claro; bueno, tú lo explicas con una claridad brillante y eso tiene mucho mérito.
En cuanto al porvenir, no es fácil tener fe en él: esa manía suya de que siempre esté por llegar… y eso si llega. En fin, vista al frente para verlo venir. Pero sin dejar de mirar en rededor, siempre, para no perdernos detalle de lo que ya está aquí.
Gracias, Salud y un abrazo.
Sublime y perfecto.
Nada que añadir.
Bueno, sí, ¡gracias! Y un beso
Las perdidas pagan estos peajes extremos. Me ha gustado mucho.
No nos enseñan a perder. Y tampoco queremos aprender. O algo así.
Gracias, Juan Carlos.
Un saludo
Impactante y maravillo el final de este relato, un gusto recorrer tu blog. Saludos!!
Escribir no siempre es fácil (bien lo sabes) así que tus palabras son un auténtico regalo, Franco. ¡Gracias!
Seguiré esforzándome para que el paseo por este blog sea lo más agradable posible.
Salud y Feliz Año Nuevo.