Vivíamos de lujo. O eso creíamos hasta que el del ático advirtió que nos faltaba un pobre. Todos los barrios que se precian tienen pobres, dijo con ese tono suyo de saberlo todo. Y nos abrió los ojos. Rápidamente pusimos anuncios en la prensa que nadie contestaba. Los pobres no leen los periódicos, nos reprochó arrogante. Escribimos entonces los anuncios en hojas recién arrancadas de una libreta sin estrenar que clavamos en los árboles. Tampoco obtuvimos respuesta así que salimos a buscarlos. Encontramos uno que accedió a trasladarse a cambio de un suculento sueldo. Vestido con andrajos perfectamente conjuntados, se sentaba en una esquina y nos pedía algo de comer cuando pasábamos a su lado. Muy profesional. Pero enseguida dejó de ser pobre y se compró una casa cerca de la nuestra. Y lo mismo ocurrió con los siguientes: con esos sueldos tan altos, los pobres no tardaban en hacerse ricos. No nos quedó más remedio que turnarnos entre nosotros para hacer de pobre. Todo iba de maravilla hasta que alguien prendió fuego al cajero con el del ático dentro mientras dormía. Ahora ya nadie quiere hacer de pobre. Y esa sensación constante de que nos falta algo es insoportable.
Publicado en el libro recopilatorio del IV Concurso de microrrelatos «Círculo Creativo”. Fundación Círculo Burgos.
16 ideas sobre “POBRES”
Me gustan tus publicaciones porque invitan al pensamiento, a expandir conceptos, a observar nuevos puntos de vista, o incluso a descubrir una metáfora camuflada entre tus letras.
Hoy contigo aprendí que: “El que busca encuentra” (por ejemplo encontrar un trabajo de pobre)… Nooo, creo que no va por ahí el mensaje.
Me corrijo y digo, hoy contigo aprendí que: “El que persevera alcanza” (por ejemplo, alcanza la pobreza)… Nooo, creo que tampoco va por ahí.
El problema que tengo hoy para dejarte un comentario es que, cada que leo y releo tu obra, me da un ataque de risa que me desconcentra…
Margarita, mil gracias por compartir tu deliciosa imaginación y tu gran simpatía, pues hoy me has obsequiado un grato momento de jocosa y sana alegría.
¡Sonrientes aplausos para ti!
Así da gusto. Tú también me has hecho reír con tu comentario, y dicen los expertos que reír alarga la vida. No sé si será cierto o no, pero no hay duda de que la risa es placentera y relajante. Y necesaria, sobre todo cuando no sabemos bien lo que queremos ni queremos lo que sabemos.
Y si además de reírnos, aprendemos… ¡Un lujo! Yo contigo he aprendido que hay cientos de lecturas con solo detenerse a buscar y perseverar. Y que las metáforas tendrán que camuflarse mejor si quieren pasar desapercibidas (por suerte no quieren, y yo tampoco). Y que hay personas generosas como tú que utilizan parte de su tiempo en venir hasta aquí y compartir un trocito de su alegría, que, con lo escasa que anda, es mucho más que meritorio.
¡Gracias, mil gracias, Juan Carlos!
¡Qué bien relatada esta paradoja de nuestros tiempos!
Me dio miedo hasta escribirla, pero así es, paradójica.
¡Muchas gracias, Fanny!
Qué estupendo relato, Margarita. Con tu estilo personal, que parece fácil, por cómo lo escribes, pero hay que ver qué difícil es hacer esa magia. Un abrazaco.
¡Qué alegrías me das, Aurora! No sé qué decirte, así que mejor me callo.
Un abrazo y mil gracias.
Me hizo recordar que en mi casa, de chico, había un pobre que venía todos los sábados, con unos zapatones grandes y un abrigo todo raído. Mi madre casi siempre le daba una peseta. Con los años me enteré que le compró a su hijo un camión Barreiros, que costaba más de cuatro millones de pesetas… una fortuna de la época.
Me alegro por el camionero y por la generosidad de tu madre. Es verdad que antes era frecuente que la gente llamase a la puerta para pedir, algo impensable hoy.
A veces solo se necesitamos una oportunidad. Y tal y como están las cosas (y nosotros), más de una y de dos.
Un abrazo, Gerardo
Suscribo completamente lo que dice Juan Carlos. Qué ingenio.
Al igual que a él, te agradezco tu visita, tu lectura, tus palabras y el ánimo que me das, que falta me hace. Estoy a «falta de», espero que sea transitorio, como todo en la vida.
Un saludo, Anarchanthropus
Siempre estoy deseando que me llegue ese aviso de nueva entrada en tu blog para disfrutar de la creatividad con la que siempre nos regalas en cada micro. Además de divertirme mucho leyendo este último, como es habitual en ti, también nos haces reflexionar al dejarnos una lección moral sobre un tema candente y de plena actualidad de nuestra sociedad. Al menos a mí así me lo parece. Bajo ese toque humorístico, he querido ver una inteligente crítica muy corrosiva y un alegato contra la pobreza (de espíritu) y en definitiva, contra la hipocresía y la naturaleza mezquina que tristemente a veces muestra nuestra sociedad.
Genial Margarita.
Un beso
Espero que la alerta de aviso tenga un sonido de esos que te animan a cantar (perdona, no lo puedo remediar, veo karaokes en todas partes).
Y sí, no lo has podido definir mejor, Javier: pobres de espíritu. «Que Dios nos pille confesados», que diría mi madre. Me producen una urticaria de las corrosivas. Y la pena es que tiene mal arreglo (tanto la pobreza de espíritu como la urticaria). A ver si con humor se nos llenan las entendederas (y la generosidad y la lealtad y la empatía y la calma para pararnos a pensar un poquito y, de paso, los embalses antes de que empecemos a pegarnos por el agua).
Llámame ilusa, pero igual si la gente cantase más…
Un beso
Enhorabuena Margarita. Es muy bueno y te lo mereces con creces!!
Besicos muchos.
Muchas gracias, Nani. Por suerte tú eres rica en generosidad. Y más.
Un beso grande
Margarita, con esta nueva joyita tuya ha sido inevitable que pensara en esa obra imperecedera del gran Luis García Berlanga titulada «Plácido», precisamente inspirada en la campaña del régimen franquista promovida bajo el lema «Siente un pobre a su mesa». Ideal para volver a ver (o descubrir) en estas próximas fechas navideñas, por ambientarse en ellas.
Aprovecho para desearte unas muy felices fiestas donde, como ya habéis comentado, primemos la riqueza de espíritu, que esa sí colma de verdad.
Y recibe un fuerte abrazo.
Me apunto a la riqueza de espíritu y a seguir sentándome, aunque sea alrededor de una pantalla, contigo. Tus palabras y también tus silencios son auténticos manjares. Y muy nutritivos.
Felices fiestas y un gran abrazo.