Se puso en marcha al amanecer. Como único equipaje, una caja de herramientas. En la garganta extrajo las palabras que se le habían quedado atravesadas.
Microrrelatos
Estamos viendo un programa donde salen muchas mujeres; están en la calle,
Nunca me arrepentiré lo suficiente de lo que le hicimos al pobre Ernesto. En aquella época teníamos tan solo ocho años, aunque suene a ridícula excusa, y su madre hacía las lentejas más deliciosas del mundo,
Recuerdo perfectamente el día que nos marchamos. Aún no había amanecido, lloviznaba y el motor del coche protestaba pasado de revoluciones.
Dos días antes de que comenzasen las fiestas patronales del pueblo, justo en ese momento en el que la noche se extiende sigilosamente entre las esquinas, cayó un meteorito en mitad de la plaza.
La Navidad ya está aquí. Y nosotros con ella, aunque a veces no sepamos ubicar muy bien el “aquí” o deseemos estar mejor allá.
Cae la noche. Con el frío que hace ni siquiera las estrellas se atreven a salir. En la habitación de un cuarto piso sin ascensor