Era el mejor de los tiempos, cuando ser feliz consistía en chapotear en el estanque en verano y jugar al monopoly en las frías tardes de invierno.
Microrrelatos
Esta vez se ha presentado con día y medio de antelación. Que no podía esperar más, me dice mi cumpleaños con la sonrisa tapándole toda la cara, además, no tenemos tiempo que perder, añade. Y aprovechando mi desconcierto, pasa hasta la cocina
¿Os habéis fijado que antes, cuando alguien moría en un libro, siempre llovía? Y es que la lluvia ayudaba a crear ambiente. Sus tonalidades plomizas y húmedas subrayaban la tristeza y el recogimiento y amplificaban el dolor de la pérdida. El cielo lloraba y los personajes, también. Tenía coherencia.
Cada vez que llueve el mundo se desdibuja. Solo la vegetación reverdece. La gente corre sin rumbo y los que sobreviven pierden brazos, pies, orejas o cualquier parte del cuerpo mojada.
Hoy estamos de celebración en casa: él cumple un año como libro y yo, como autora. 🥳🤩 No sé vosotros, pero yo voy a seguir comiéndome la vida a bocados.
Gracias a papá he sacado un 6 en matemáticas. Cuando llega de trabajar, se sienta conmigo a hacer los deberes.
Bastó una mirada para vernos y empezar a salir juntos, sin alharacas, como quien respira o parpadea. Me gustan sus cicatrices, su barba espesa, la camisa dos tallas más grande