Después de hacer los deberes, mi hijo enciende la videoconsola, se acomoda en el sofá y empieza a jugar. Desde bien pequeño ha destacado por sus buenos reflejos y la agilidad de sus dedos, y eso que entonces apenas podía sujetar los mandos y había que ayudarle. Con el tiempo y la práctica ha mejorado también su precisión: no hay edificio que soporte el impacto de sus bombas colocadas estratégicamente ni enemigo que resista la puntería de sus balas. Por cada docena de muertos recibe una recompensa de cinco puntos, me explica, y diez por cada edificio abatido, quince si está habitado. Canjea los puntos por munición y potencia y así, poco a poco, aprende el valor del esfuerzo. Se puso muy contento cuando, tras superar varios niveles, consiguió ascender a francotirador. Le ha venido muy bien para trabajar la concentración y la paciencia, que falta le hacían. Se aplica duro, estoy orgullosa de él. Ya solo necesita tres muertos para desbloquear una cabeza nuclear, me dice entusiasmado al acostarse. Dudo que pueda dormir, está deseando que llegue mañana para apretar el botón.
1er premio en el concurso de microrrelatos Manuel J. Peláez. Zafra (Badajoz)
Enlace a la entrevista que nos hicieron en la radio
16 ideas sobre “JUEGO DE NIÑOS”
Terrible.
La banalización de la violencia expresada en tu relato es espeluznante (tres muertos más para desbloquear una cabeza nuclear, frase demoledora).
Luego nos extrañamos porque en EE.UU. un adolescente que ha tenido un mal día coja un subfusil y de pura frustración masacre un colegio o un Mac Donald’s. Aquí en España no cogen un arma de fuego, simplemente se juntan para pasar un rato grabando con el móvil como dan una paliza el débil de la clase.
¿No echáis de menos a los niños o adolescentes que leían a Julio Verne o a Emilio Salgari, aunque fuera en versión cómic o en texto condensado?
El relato es demoledor, sí, porque de una forma u otra la mayoría nos sentimos identificados. No necesitamos leer tanto como antes, para qué si tenemos a mano un millón de imágenes que nos cuentan la historia, o debería decir «nos la muestran», con menos esfuerzo y en menos tiempo. Nos dejamos llevar por la corriente de «conseguir más con menos». Eso es lo que nos venden y también lo que predicamos. La tolerancia a la frustración ha muerto; supongo que por eso necesitamos matar, agredir, abusar.
Complicado. Pero todavía estamos a tiempo de recuperar a Verne, a Salgari y al Botones Sacarino.
Gracias por tu reflexión, José Antonio.
Sensacional, como siempre. Enhorabuena, Margarita
Agradecida, Sergio. Me guardo ese «como siempre», que buena falta me hace.
Muy bueno 👌
¡Muchas gracias, Antonio! 😊
Tremendo. ¿O ya se ha dicho? Es igual. He vivido un proceso análogo con mi hijo, y por más que le razoné sobre lo que significaba la barbarie que subyace a la lógica de ese tipo de videojuegos, él ha seguido su marcha hasta llegar a jugar, y ganar, concursos ya de cierta altura. ¿Es la sublimación de la barbarie? ¿Estamos dando forma a la generación que, consciente de que no tiene futuro, pierde el respeto por la vida? ¿O no entendemos nada?
Hay una corriente de psicólogos que defienden que estos juegos suponen un proceso catártico de la agresividad y, por lo tanto, son beneficiosos (dicho de una forma muy lacónica, porque hay muchas variables que atender, no solo jugar y ya está).
La verdad es que esta conversación da para largo y no sé si un teclado unidireccional es la mejor manera. Lo que sí veo es que el micro ha llamado la atención, que es lo que pretendía: cuando algo se convierte en rutina dejamos de prestarle atención (para eso están las benditas rutinas) y no está de más que nos tomemos un tiempo en pensar qué nos está pasando. Cierto es que no puedo cambiar el mundo entero, pero sí lo que está en mi mano. Va siendo hora de quitarse los anillos. Y sí, de sublimar también. Porque si no siempre es fácil que no nos duela el roce de nuestra propia piel, cuánto más el pellejo que se gasta el futuro.
Bonito relato y en tu línea de tratar temas candentes, polémicos o de denuncia social, en los que siempre aportas tu granito de arena para tratar de hacer de este mundo un lugar un poco más amable y mejor. En esta ocasión un asunto muy polémico en el que no voy a entrar ya que veo difícil decantarme en un blanco-negro, puesto que veo una amplia franja de grises. Si bien, eso no es óbice, cortapisa ni valladar, para considerar que esa madre se merece una buena paliza por incitar por esos derroteros a su criatura, ya desde chiquitín, cuando ni siquiera era capaz de sujetar los mandos de la videoconsola.
Hasta pronto.
Es solo un granito, pero como decía Carmen Maura: «tacita a tacita…». Y sí, yo también me sitúo entre el gris marengo y el gris perla.
Y añadiría que a todos, no solo a las madres, nos falta un poco de «no querer tanto y querer mejor»; me parece a mí que andamos un poco extraviados en el apasionante e inextricable mundo de las emociones. ¡Ay, las emociones!
Y hablando de emociones, Javier: me encanta ese «hasta pronto» 😊
Actually I think this type of game makes the children aggressive and selfish! Well shared thanks 👌🌹
We would have to educate the children and put limits on them.
Thanks for comment, Priti 🌼
It’s pleasure of mine stay blessed 🤗🥰
Yes absolutely ☺️
Real … real … real !!!
Y así vamos .
Impresionante y demoledor relato.
Felicidades , Margarita .
Es excelente el relato y tú , una magnífica escritora. Muchas feliciades!!
Besicos muchos.