Heredé la bicicleta de mi hermano una fría tarde de invierno. Siempre deseé tener una como la suya, con el cuadro rojo y brillante y suspensión en la rueda delantera. Recuerdo que, a pesar de la emoción del momento, no estaba tan feliz como había imaginado. Al principio me costó mantener el equilibrio, me temblaban las piernas y me aferraba con tal fuerza al manillar que me hacía daño. Poco a poco aprendí a respirar hondo para espantar la angustia. Desde entonces no he dejado ni un solo día de pedalear hasta quedar exhausto. Necesito sentir el latido desbocado de su corazón en mi pecho.
Publicado en la antología del V Premio de Microrrelatos de Manuel J. Peláez
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2 ideas sobre “HERENCIA”
Qué bien nos conduces, Margarita, a lo largo de tu breve relato hasta llevarnos adonde quieres, haciéndonos creer que esa herencia que da título al mismo es lo que en principio creemos que es, para luego dejarnos inmóviles y turbados con la resolución de la historia, centrada en esa última frase tan escueta como sentida, dicha además, como el resto del micro, en primera persona.
Excelente relato, merecedor de formar parte de esa antología.
Un placer leerte. Un placer comentarte.
No sé, lo leía y recordaba una bici… ¿BH Roja? delante de la casa de Abuela. Todos queríamos montar, heredarla por fin y sentir el latido del corazón en el pecho.
Gran relato