—Cuánto falta, mamá —es la enésima vez que lo pregunta. El sudor le empapa las pestañas; también alguna lágrima atrevida que se apresura a borrar con las manos. Le ajusto el dorsal.
Resopla. Tiene los mofletes colorados por el esfuerzo. La herida de su rodilla ha dejado de sangrar. Cuando le echo hacia atrás el pelo que se le pega en la frente me dedica una minúscula sonrisa.
—¿Queda mucho?
Corro a su lado adaptando mis pasos a los suyos. Hacemos una parada y damos buena cuenta del avituallamiento. Al dejar atrás el Paseo del Rollo es él quien tiene que adaptar sus pasos a los míos. En el último repecho me coje de la mano y tira de mí con suavidad.
—Yo ya he cruzado la meta, hijo. Ahora sigue tú. —A medida que se aleja, desafiando todas las leyes de la física, se hace cada vez más grande.
Relato destacado en el XI Concurso de microrrelatos San Silvestre Salmantina 2023
14 ideas sobre “CARRERA DE RELEVOS”
Querida Margarita, eres una campeona de las palabras cargadas de emoción. Porque tus historias siempre hablan de la Vida desde una humanidad admirable. Como esta carrera que es una alegoría preciosa del círculo de la vida en que progenitores y vástagos se turnan en su avance en el camino… Y cerrando mi breve comentario sobre el tema, citaré la película española «Campeonex», que concluye con una carrera de relevos que para mí figura ya en la antología de las secuencias del cine humanista.
Abrazo no mirando la meta, sino disfrutando del trayecto.
Me repito, Ana, es inevitable: no dejo de aprender contigo.
Somo progenitores y vástagos y caminantes y estamos hechos de emociones y de ganas, de dudas, de deseos, de incertidumbres: algo así somos en este tránsito que supone la vida.
La película que citas la tengo pendiente.
Un abrazo. Disfrutándolo.
Otra de tus maravillas, Margarita.
Jo, Juanma, qué bien que te guste. Muchas gracias 🤗
¿Se puede contener más belleza y más sentido, ambos juntos, en menos palabras? Probablemente sí, pero es sumamente difícil. Qué buena lectura para empezar el día. Gracias.
Con un comentario así es fácil terminar bien el día. Y tener ganas de que llegue uno nuevo. Y muchos otros más. Muchas gracias, Anarchanthropus.
Muy bonito, Margarita. Me encantó ese final.
Un saludo.
Gracias, Alfonso. Por suerte, cuando escribimos y también cuando nos emocionamos, las leyes de la física no son exactas.
Un saludo.
¡¡¡Qué preciosidad!!!
El niño que tiene prisa en convertirse en adulto. La madre que lo cura, lo cuida, le transmite calma con sus caricias, le indica el ritmo.
Como la va adelantando en la vida y, finalmente, se aleja solo.
Me ha encantado esa frase final: en lugar de hacerse cada vez más pequeño por la distancia, se hace más grande; a los ojos de su madre, claro.
La historia que ocurre después de la meta puede ser más triste y solitaria; aunque, tal vez, la distancia que los separa no se haga nunca infranqueable. El amor de una madre es un tatuaje sin tinta que se lleva en el corazón.
Felicidades. Me lo llevo puesto; como siempre, es de mi talla y me sienta fenomená. ¡Qué disfrute de micro!
Un abrazo tan grande como el amor que destilan tus cuentos.
Querido José Antonio. Lo has vuelto a hacer: añadir valor al micro con tu lectura. E ir más allá, ¿qué pasará después de la meta? Como dice Ana en su comentario, es el ciclo de la vida.
Me tatúo tu frase con tinta en la frente para recordarla.
Gracias por tu generosidad. Por tu talla grande.
Un abrazazo 🌼🧡🤗
Precioso Margarita. Es una gozada ver cómo eres capaz de recorrer el ciclo de la vida en una alegórica carrera de relevos, y en tan pocas palabras.
Desde la infancia y la adolescencia, llenas de curvas, obstáculos y momentos donde se aprende a mantener el equilibrio y a ganar velocidad y donde cada zancada es un aprendizaje y cada caída una oportunidad para levantarse y seguir.
Pasando por el relevo donde el corredor, ya mayor, ve la línea de meta a lo lejos, esforzándose por dar lo mejor de sí, sabiendo que el fin de la carrera se aproxima y que a medida que cruza la meta, su carrera culmina, pero es capaz de pasar el testigo para que su legado perdure.
Y finalizando, una vez pasado el testigo, con la recta de la juventud y madurez, en que el nuevo corredor alcanzará su velocidad máxima, llegando el momento de las decisiones cruciales, de apostar por el futuro y de buscar su propia meta con determinación.
En fin, otra maravilla mara de la casa. ¡Enhorabuena!
Un beso.
Hola, Javier.
Lo que son una maravilla son vuestros comentarios. Me dan unas ganas tremendas de echar a correr, pero de alegría, no por las prisas de estos días, que parecen no tener fin y, sin embargo, no dan de sí.
Por suerte la vida es, o debería ser, una carrera de relevos; donde no llega uno, ahí está otro; repartir esfuerzos, aunque la meta no siempre sea la misma. Compartir el camino y dejar paso al que viene detrás, ayudarle a tomar la delantera, adaptar el ritmo, ser testigo, cruzar la línea y saber marcharse.
Parece fácil, ¿verdad?
Un beso.
Así es Margarita! Hay que acompañarles hasta que ellos solos empiecen a volar., aunque cueste, que cuesta!
Es ley de vida como decía mi madre.
Es tan bonito este micro que me lo guardo en lo más profundo por si lo tengo que sacar y recordármelo de vez en cuando, que a veces parezco mamá gallina.
Un beso grande
Estoy segura de que coincidimos en que es un orgullo verlos crecer, volar solos o en compañía de otras personas que ya no somos nosotros, caminar a su lado, aunque con otro ritmo que cuesta seguir.
Y también me encanta comprobar todo lo que aprendo ahora con ellos.
Sí, tu madre tenía razón: es ley de vida. Y que siga así, tal y como hicimos nosotras antes.
Espero que no dejes de ser nunca nunca nunca una mamá gallina.
Un beso grande.